20 años de una ilusión que se convirtió en espanto

OPINIÓN Coni Cherep*
d77b3204-1556-4b6f-9f3a-d22abe7e20f9_16-9-discover-aspect-ratio_default_0

El dólar tocando los 500, desde las oficinas del gobierno, sólo se colaban acusaciones demenciales contra enemigos sin nombre. La experiencia reciente demuestra que la «calma o el estallido social» han sido variables manejadas exclusivamente por el peronismo, en todas sus variantes, para sostener o desestabilizar a los gobiernos, de acuerdo con sus conveniencias. Las arcas del estado están literalmente vacías. Un gobierno nacido de las tripas y las indicaciones de una líder que ahora se esconde y rehúsa a tomar decisiones, entre otras, hacerse cargo del lugar que ocupa. Un presidente fallido y extraviado. Un ministro de Economía, con todo el poder en sus manos, que empieza a probar que todo lo que alguna vez dijo era mentira.

A nadie le causa gracia lo que está ocurriendo. El nivel de empobrecimiento general que está provocando esta devaluación no reconocida y que se acomoda a los empujones, no tiene demasiados antecedentes. En situaciones similares, mucho antes, los gobiernos democráticos de Alfonsín,  Menem y Duhalde, al menos decidían comerse el costo de los planes de shock, y acomodaban los números internos, en procura de que la fortuna lo ayudara en el futuro. No lo hizo De la Rúa, sosteniendo en el tiempo la extinguida convertibilidad y su gobierno estalló en pedazos. Eso, es lo que todos imaginamos que deberìa pasar con este gobierno, pero no pasa. Es un gobierno peronista.

Es que en situaciones similares,  el pais estalla en pedazos, generalmente con movilizaciones descontroladas, desbordes sociales,  violencia desatada y a una sensación de desgobierno total, que siempre tienen como promotores a las organizaciones ligadas al peronismo. Por el contrario, esta vez, mientras gobierna el peronismo, no se producen esos estallidos «espontáneos», aunque las consecuencias sobre la vida cotidiana de la mayoría de la población sean atroces, como hoy.

Por primera vez, queda al desnudo el modelo del peronismo: cuando no puede gobernar, no deja que los demás gobiernen. Y esta vez, en el gobierno, queda en evidencia.

A repasar algunos datos: El peronismo siempre viene a apagar los incendios, que generalmente provoca antes de abandonar el poder. Y esta vez, no quieren que sea distinto. La meta es llegar a diciembre, sin hacer olas, y que el próximo gobierno pague los costos de los daños ocasionados.

El Kirchnerismo fue el afortunado beneficiario de una era dorada: Remes Lenicov con Duhalde le hicieron el trabajo sucio, le devaluaron la moneda al 400 % de un saque, mientras el mundo entraba en una etapa de Commodities a prque,os siderales. A Néstor, no sólo le dejaron un gobierno con los números sincerados, sino que encima, el mercado mundial le regaló una ventaja que probablemente nunca más vayamos a tener: cosechas récords, con precios récords, en dólares ajustados a la realidad y las necesidades del país.

Pues bien. Allí nació la historia que pudimos ser y desaprovechamos: Con apenas un 22 % del respaldo popular, Néstor y Cristina decidieron construir poder, sobre la base de devolverle a los argentinos la sensación que, por cinco o seis años, le había proyectado el menemismo. Un dólar que fue perdiendo precio, una economía estabilizada en base a las exportaciones, y un nivel de gasto público sin antecedentes. La popular bramaba: «Por fin alguien que gobierna para el pueblo», decían. Y ellos daban señales de progresismo que se asociaba a un breve, pero ruidoso, periodo de liderazgos populares fuertes en América Latina.

En Argentina, particularmente, los gobiernos del Kirchnerismo – 4 de los últimos 5 que tuvo el país- se caracterizaron por dejar de producir, para repartir. Dejaron de generar riquezas genuinas, para generar situaciones de bienestar a corto plazo, y conseguir respaldos populares.

Pero el mundo es el mundo, y la economía es la economía. No sólo pesan los mercados, los intereses empresarios multinacionales, sino que en el medio hay imponderables más o menos graves: pandemias, guerras, sequias, inundaciones, terremotos y delirios imperiales.

Entonces, cuando esos imponderables ocurren, solo es posible sobrevivir si las cuentas de un país están más o menos en orden. Es posible pagar, si guardaste algo en el cajón. Es posible seguir distribuyendo, si fuiste incorporando recursos nuevos a la caja. Es posible soportar una crisis de energía, si te ocupaste de generarla. Podés contar con los sectores de la economía más poderosos, si fuiste capaz de establecer politicas con ellos y no enfrentarlos.

El Kirchnerismo, nacido en una breve etapa de expansión de la economía agroexportadora, no ha sido capaz en 20 años, de generar alternativas a la matriz economica y productiva del país. Se dedicaron a gastar y a distribuir (eludo aquí las notorias y probadas acciones de corrupción), y nunca procuraron políticas de crecimiento y verdadera inclusión.

Y pudieron, porque durante 12 años consecutivos, tuvieron la suma de todo el poder público: Mayorías en ambas cámaras, el poder judicial armado con sus propios hombres y mujeres, y todo el respaldo de las organizaciones gremiales, para hacer las reformas que se necesitaban. Y no las hicieron. Y al final, el país que están a punto de dejar es mucho peor del que recibieron.

Nadie cree ya en el relato de «la derecha» y las excusas de «los poderosos que nos persiguen» porque en ninguno de los paises limitrofes ocurren las cosas que ocurren en Argentina.

La economía nacional, sin salvar a Macri, es sólo la consecuencia de las políticas activas y pasivas de los gobiernos que pasaron por la administración del estado nacional; y allí el peronismo, Kirchnerismo en particular, ocupa el principal espacio de responsabilidades.

Hoy, el país necesita con urgencia medidas que le devuelvan alguna normalidad a su funcioamiento. La realidad económica impide avanzar en asuntos que por atrasados, van quemando a buena parte de la sociedad: la educación, las politicas de seguridad y el combate al narcotráfico, y especialmente un acuerdo político que contemple por lo menos seis o siete decisiones que no puedan ser interrumpidas por las próximas dos décadas.

Que una inflación del 100% anual, con efectos devastadores sobre la alimentación de la población, no se haya llevado puesto al gobierno, se explica de una sola manera: es el mismo peronismo es el que contiene o deja de contener los estallidos sociales, sin que importe demasiado la gravedad de la situación.

El peronismo está desnudo. Empeoró al país que recibió en 2019 y aunque las excusas suenen ciertas, las mismas excusas pueden usarlas los presidentes de paises similares, que sufrieron pandemia, guerra y sequía. Y ellos, no tienen que explicar un 120 % de inflación, ni las consecuencias sociales de esa desfloración continua de la sociedad.

Por primera vez en la historia, el peronismo está a punto de ser víctima de su propio incendio. Sólo lo puede impedir su propia soberbia. apostando a postergarlo para que el incendio sea peor, cuando ellos ya no tengan responsabilidades públicas.

Incluso, si tienen suerte,puede que lo salve un incendiario como Javier Milei, que puede abrirles las puertas de un retorno salvador, a base de recordar que con los otros «siempre es peor»

Ya hasta acá llegamos con esa lógica. Una lógica destructiva, que sólo piensa en términos electorales y que desde hace 20 años, nos mantiene en un estado de incertidumbre y locuras absolutas.

*Para conicherep.com

 

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto