



El expresidente Mauricio Macri registró en las últimas horas una hiperactividad mediática en Córdoba que no pasó desapercibida. En largos "mano a mano” expuso los argumentos de su apoyo a Javier Milei, buscó reducir disonancias y apeló a Juan Schiaretti, un compinche que, con su neutralidad en 2015, contribuyó a ese 70-30 de Cambiemos que, según vaticinan las encuestas, se trasladaría al libertario en su duelo del 19N con Sergio Massa. También en las últimas horas, otra pirueta de Luis Juez anticipó que la ola violeta parece irrefrenable en la provincia en la que hace política. No iba a elegir entre Drácula o Frankenstein, pero el oportunismo le facilitó la decisión. Como el cofundador de Cambiemos, juega a ganar o ganar, aún derrotados.

Si triunfa el exponente de Unión por la Patria, Juez dará un paso contundente en la búsqueda de legitimación como líder de la oposición. Al fin y al cabo, es el único referente de peso de Juntos por el Cambio en Córdoba que optó por Milei, mientras otro como él, Rodrigo de Loredo, se recostó en la neutralidad, en un laissez faire electoral. Si triunfa Milei, el senador podría reclamar las prioridades del poder y su baño legitimante.
No es de extrañar que el pronunciamiento del fundador del juecismo ocurriese casi en simultáneo con el raid mediático de Macri. Quedó claro -y así lo interpreta buena parte del arco político cordobés- que el exmandatario clavó una daga en el cuello del libertario. Si Milei gana, el macrismo podrá exigir participación activa en el nuevo gobierno como contraprestación del blindaje que el propio Macri está tejiendo en provincias afines como Córdoba o Mendoza. Si Milei pierde, no será él outsider quien se adjudicará la banda de primer opositor. Allí también estará el hombre que le guiñaba un ojo mientras le agarraba la mano a su candidata, Patricia Bullrich.
Un razonamiento similar se observa en el interior cordobés. Buena parte de las expresiones anticipadas del intendentismo y la dirigencia se explica por sus propias lógicas. En este juego del voto cantado subyace la necesidad de los oficialismos de mantener a raya a otras expresiones rivales. Este factor es el que observa el peronismo cordobesista en los municipios que temen que la neutralidad rehabilite a viejas figuras que, por su distancia con el poder o la gestión diaria, no tendrían problema en blanquear su apoyo a Massa.
Un dirigente que quedó a tres puntos de Llaryora en la elección provincial como Juez puede encontrar en la nueva ola de cambio que expresa Milei la misma energía impulsadora de los tiempos dorados de JxC. Una chispa política que se encargará de mantener encendida con ingenio.
Un problema para el cordobesismo
Llaryora sabe que la atomización de JxC y la incorporación de algunas piezas en su Partido Cordobés es garantía para la continuidad del peronismo en la provincia y la puerta para intentar un juego nacional, que José Manuel de la Sota y Schiaretti buscaron tardíamente. Juez no se la hará fácil y todo el mundo sabe que cuando dice que es su última elección, se refiere a la penúltima. El senador está apostando hoy a su plena vigencia con un claro sentido de la oportunidad. Como Macri.
Las cavilaciones del gobernador electo por estas horas contemplan el escenario nacional, pero también cómo esos choques mueven las capas tectónicas de la política doméstica. La paridad de las encuestas nacionales no facilita las decisiones, pero ya se observan los costos de la neutralidad. Si Massa gana y el peronismo no pone las manos, lejos quedará el objetivo de una reinserción nacional del cordobesismo en el justicialismo. También sabe que Massa extenderá sus tentáculos, también en esa Córdoba otrora aislada. Si Milei gana, la lógica sería más sencilla pero deberá lidiar con un nuevo oficialismo y sus satélites empoderados. Juez será uno de ellos.
Schiaretti no ayudará a Macri en sus objetivos, pese a que no es novedad que también prefiere al libertario gobernando que al ministro-candidato. Pese a los guiños recientes del expresidente, que recordó que el gobernador no critica al minarquista, en la mesa chica de Schiaretti aseguraron que “no le hará el juego a Macri”.
La relación entre el exmandatario y el gobernador está terminada. Le reprochan que hoy pida unidad cuando saboteó el acuerdo que el cordobés construía con Horacio Rodríguez Larreta. “La preocupación de Mauricio Macri es la de Cristina Fernández de Kirchner”, lanzan la dosis de veneno con cepas de carpetazo judicial.
Schiaretti y Llaryora analizan sus próximos pasos, pero a cada minuto se agregan nuevos factores que implican proyectar la política más allá de la pulseada del 19 de noviembre.
Con información de Letra P, sobre una nota de Yanina PASSERO




Córdoba es todo un país y ayer lo demostró al país entero



Schiaretti criticó la «inflación desbocada del ministro Massa»



Con actos diarios, Schiaretti lanza paliativos contra inflación



