En enero, también será 2023

POLÍTICA - CÓRDOBA Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
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La decisión del presidente Javier Milei de apostar un pleno en el Congreso con el impulso de la ley ómnibus y el mega DNU asegura que el más que extenso 2023 electoral no sólo está lejos de terminar este domingo. Por el contrario, el lunes, cuando arranque enero, el año y la semana, para aquellos que tienen algún TOC con respecto a estos comienzos, el 2023 continuará y el 2024 quedará en stand by.

Sencillamente, porque la tensión de una transición que luce interminable entre el final del kirchnerismo y el comienzo de los libertarios deja varios escenarios abiertos con un desenlace poco predecible y donde el Congreso será el epicentro de la disputa. Un bastión tentador para entender si esa gobernabilidad que pretende Milei se convierte en herramientas para un autoritarismo que asoma como la contracara perfecta al modelo K.

La nueva fase de la grieta es con la derecha, ya no sólo en una pose de soslayar al Parlamento, sino con la plena intensión de pasarlo por arriba. Que es peor incluso que ningunearlo.

Las declaraciones de Milei en la entrevista con Luis Majul amenazando con exponer y hablar de legisladores que exigen coimas para aprobar leyes es de una gravedad institucional que resquebrajó el diálogo que el Presidente necesita en el arranque del recorrido parlamentario. No porque no existan o hayan ocurrido esos condicionamientos, sino por la erosión que esto provoca en la negociación para aprobar leyes que, algunas seguramente y otras probablemente no, sean necesarias para el país.

En un puñado de días al frente del despacho principal de Casa Rosada, el León subió la intensidad en la fricción con diputados y senadores. Incluso desde ese arranque, cuando a minutos de colocarse la banda presidencial, les dio la espalda en el primer discurso.

Para peor, la imagen de Martín Menem recibiendo el paquete de leyes de manos del ministro del Interior, Guillermo Francos, tiene una pretenciosa intención de mostrar una dupla de poder que se contrapone con lo que en off sostienen diputados y funcionarios del Ejecutivo cordobés acerca de ambos. Al primero, los cordobeses con despacho en el Congreso le achacan la falta de pericia para leer por dónde viene la jugada.

Por ello, el armado de cordobesistas con el bloque de Pichetto y Monzó le dio un par de vidas más al presidente de la Cámara frente a un kirchnerismo que comenzó a oler sangre desde el minuto 1 y quería muscular en las comisiones.

Críticas que también incluyen a Oscar Zago, el jefe del bloque libertario en Diputados que mostró falencias en la interacción con el resto de las bancadas y que ayer, cerca de las 10 de la mañana, no supo cómo defender la ley ómnibus en una entrevista radial. “Todavía no tuve tiempo de leer todo, arranqué con el día”, dijo.

De Francos, por su parte, en la Provincia se quejan de la falta de poder que tiene y de cómo su par de Economía, Luis Caputo, le copó la parada. “La respuesta a todo es ‘tengo que hablarlo con Luis’. Así no nos sirve”, reconoció a este diario una fuente calificada del llaryorismo.

La República del Cordobesismo

En simultáneo con la atmósfera nacional, Córdoba vive una realidad paralela en ebullición constante. Las batallas legislativas hicieron de cada sesión un súper miércoles en la Unicameral desde el arranque de la nueva conformación. Con papelones de un lado y otro de la grieta cordobesa.

En el oficialismo, porque no muestran muñeca; tanto en lo que no se ve como en lo que se hace viral en redes a costa de una oposición sobregirada. Y en Juntos, porque el correr por izquierda con el ajuste estatal a Llaryora obliga a sus jefes De Loredo y Juez a ser coherentes en el Congreso y no respaldar, por ejemplo, el saqueo a los jubilados.

Mientras, los big fish del PJ cordobesista siguen cayendo: a la larga nómina que integran Diego Concha, Alfonso Mosquera, Diego Cardozo, Oscar González y Juan María Bouvier, se le sumó esta semana Gustavo Folli. Con realidad dispar frente a la Justicia porque algunos están detenidos y otros imputados; pero con el agravante de que Folli integró gestiones tanto de Schiaretti como de Llaryora. Y al parecer, durante todo este tiempo nadie había contemplado los vicios del ahora exfuncionario. 

Con informacion de Diario Alfil, sobre una nota de Silva Gabriel.

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