Milei, el papa Francisco y la nada

POLÍTICAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
javier-milei-y-el-papa-francisco-el-vaticanojpg

La irrupción del papa Francisco este miércoles marcó mucho más que un nuevo contrapunto con Javier Milei. Su contenido, un compendio de anatemas para la narrativa paleolibertaria prevaleciente, mostró hasta qué punto no existe todavía una alternativa política a aquella y lo mucho que deberá remar para generarla una oposición que por ahora es mero reflejo defensivo frente al hiperajuste.

La reunión del Presidente y el pontífice del último 12 de febrero en el Vaticano fue más cordial que lo que podría haberse esperado, pero es evidente que no alcanzó para que el jefe de la Iglesia católica bendijera el plan económico oficial, como deliraron entonces algunos voceros oficiosos.
 
Eso no sorprende. Nada es más ajeno a la doctrina social de la Iglesia que el individualismo paleolibertario y anarcocapitalista que profesa Milei, uno que deplora la justicia social, los impuestos, la capacidad regulatoria del Estado y el Estado mismo.


El Estado del papa Francisco
Los dichos de Jorge Bergoglio en el videomensaje que grabó para la inauguración de la primera sede en Buenos Aires del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (Copaju) habrían pasado desapercibidos en cualquier otro contexto político.
"Vivimos épocas de intensa injusticia: pocos ricos cada vez más poderosos y millones de pobres negados y descartados", dijo. "Los derechos sociales no son gratuitos (…) y la riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales y equitativas", añadió.
"El Estado hoy es más importante que nunca (y) está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social", sumó, en las antípodas del hombre que llegó al poder tildando a la organización jurídica de la sociedad de "una asociación criminal" y a la justicia social de "robo" y "aberración".

Mensajes a dos puntas
Hubo más. "Todos los que ejercen un poder público tienen que tener presente que no alcanza con la legitimidad de origen. El ejercicio debe también ser legítimo. ¿Qué justificación puede tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas y dignas? ¿Puedo ser un buen magistrado mirando hacia el costado frente al sufrimiento del otro? Por favor, cada día frente al espejo pregúntense por ustedes mismos y pregúntense por los otros", instó a los jueces.

Es imposible no interpretar esas palabras como contrapunto a la narrativa de un jefe de Estado que justifica su ajuste draconiano, tal vez el más draconiano de la historia argentina en intensidad y brevedad temporal, en base al mandato que recibió de una mayoría social.

Por último, en momentos en que el Poder Judicial se convierte en recurso institucional de última instancia –con escala final en la Corte–, les pidió a los jueces: "Por favor, les pido firmeza frente a los modelos deshumanizantes y violentos". Sugestivo. ¿Lo escucharán?

Carnera y San Martín
De modo más prudente que en el pasado y sin llegar a estigmatizar al jesuita como "representante del Maligno", el Gobierno salió a responder.

El portavoz Manuel Adorni dijo que "con algunas de las frases no estamos de acuerdo y está muy bien que así sea. El papa es un líder espiritual y nosotros gobernamos la Argentina, una Argentina con problemas en absolutamente todos lados".

"El Estado… hay que ver cuál es la definición de un Estado", añadió. Carnera y San Martín parecen compartir diccionario, pero eso es sólo pura apariencia.

Diversos procesos de desarrollo inducidos por el Estado, así como el welfare state y el intenso crecimiento con inclusión de la segunda posguerra en los países centrales son, para el dogma hoy imperante en nuestro país, inexplicables accidentes de la historia. Ni Donald Trump, admirado por Milei, se animaría a decir tales cosas.

La tiranía del "único camino"
El contraste de miradas en torno al Estado y la equidad es claro y está plenamente asumido; eso no es lo importante a esta altura. Sí, en cambio, lo es analizar el modo en que ha calado en el sentido común de esta sociedad –otrora formateada por el yrigoyenismo y el peronismo– la idea de que este ajuste es el único camino posible, aunque el mismo imponga "tres años, dos, uno" de sacrificios y un horizonte de beneficios totalmente incierto.

La Argentina tiene que equilibrar de una buena vez sus cuentas fiscales, pero eso podría lograrse tanto recortando gastos como incrementando ingresos. En defensa de Milei y de Luis Toto Caputo hay que decir que gobernadores celosos de sus intereses y sus representantes en el Congreso bocharon incrementos de impuestos por 1,4% del PBI, lo que habría alivianado el ahorro que el propio Gobierno estableció en un arbitrario 5%.

Dado lo ocurrido con el proyecto de ley ómnibus, todo ese peso recayó en un achicamiento drástico del gasto, el que incluye la interrupción del envío de alimentos a comedores populares y la poda del Fondo de Inversión Social Urbano (FISU), entre otros hachazos, motivos que están detrás del mensaje poco velado del papa. La reciente campaña contra Juan Grabois, que incluyó escarnio público, pedidos de disculpas privados y mordaza televisiva no fue tampoco ajeno al ánimo papal.

La trampa del Caputazo
Al centrarse únicamente en el recorte del gasto, el Caputazo se hace más recesivo, lo que explica la paralización inédita de gigantes industriales como Acindar, el estado comatoso de la construcción, la reiteración de las huelgas docentes, una conflictividad laboral que más temprano que tarde desembocará en otro paro general, el drama en continuado de los jubilados y los trabajadores y el propio choque provincias-Nación que nos ha entretenido en los últimos días y que arreciará en los venideros. Ya llega marzo y luego, obvio, abril, el bimestre terrible para el Gobierno.

Este tipo de ajuste provoca un fenómeno conocido, la llamada trampa de austeridad, esto es un desplome de la actividad, un consiguiente derrumbe de la recaudación y la "necesidad" –siempre dentro de dicha lógica– de proceder a nuevos recortes para que los números cuadren. Atención a este punto: la megarrecesión está abatiendo la percepción de impuestos este mes, lo que amenaza convertir el superávit financiero de enero en una gaviota perdida en los Andes.

En el medio, claro, queda una sociedad de escudos humanos que en algún momento pueden expresar su disconformidad de modos poco cuidados, algo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma temer en cada encuentro con funcionarios argentinos, como fue el caso del que mantuvieron este miércoles Kristalina Georgieva y Caputo.

Javier Milei y ¿un vacío posible de llenar?
Como se dijo más arriba, Francisco llenó con un discurso conocido un vacío que la oposición política no logra cubrir. Pareciera que en el ágora es Milei o nada.

Entre sus errores, Sergio Massa dejó una semilla positiva: la separata del nonato Presupuesto 2024 señalaba una serie de regímenes especiales y exenciones tributarias beneficiosas para grupos empresariales y lobbies por nada menos que 4,8% del PBI, un número equivalente al del Caputazo sobre el que se podría poner la lupa si se quisiera racionalizar la macro nacional con un mayor criterio de equidad.

Es cierto que el país necesita equilibrio fiscal, pero no lo es que haya un solo camino para llegar a él y mucho menos que ese sea uno que se base en la motosierra a la inversión en educación, salud y obra pública y el la licuadora de jubilaciones y salarios. Lamentablemente, Massa se limitó a iluminar la existencia de esos recursos, pero no se atrevió a meter mano en ellos.

Hay así otro ajuste posible, sólo que la dirigencia que debería representar al 44% derrotado en el ballotage no se anima a salir de su fase conservadora.

El debate sobre el déficit
Cabe recordar que en el documento que divulgó el último día 18, Cristina Fernández de Kirchner señaló que "la inflación, en Argentina, está indisolublemente atada al dólar y no al déficit fiscal".

Enfrente, Martín Guzmán disparó un debate pendiente en el peronismo al refutar ese punto de vista. Dijo en una columna que la de Milei y la de CFK son "dos posiciones extremas sobre el rol de la sostenibilidad fiscal para la estabilidad y el desarrollo" y que "ninguna hoy tiene arraigo en la práctica de la política económica de los países avanzados o emergentes, incluyendo aquellos de tamaño similar a Argentina".

Economistas que defienden a la expresidenta y que expresan u orientan sus opiniones salieron a cuestionar al exministro y señalaron que Cristina "no ignora" el problema fiscal. Es cierto: ella lo menciona, pero inmediatamente después de hacerlo le resta entidad.

Si el problema es –dice– la falta de dólares, ¿cuál es el combustible de las corridas cambiarias? ¿No habría que pensar que ciertos excesos de emisión "suben" en la escala social una vez que son gastados por sectores populares que reciben asistencia hasta llegar a manos de agentes económicos con capacidad de ahorrar y dolarizarse?

Sociedad y Estado
Si el cristinismo fue desde 2007 el progresismo realmente existente en la Argentina –un modelo socialmente exitoso hasta que se agotó–, será que el progresismo se debe un debate a fondo sobre su alma. Pese al triunfo de Milei, no es claro la sociedad se haya derechizado, pero sí que en buena medida se ha individualizado y que, en busca de mejoras, ha dejado de ver al Estado como una solución, concibiéndolo más bien como una traba. Como indican Pablo Semán y Nicolás Welschinger en el libro Está entre nosotros, la ida del "Estado presente" ha devenido en "mímica".

Entonces, se quiera o no, el problema de fondo sí es el déficit sostenido, algo que debe ser resuelto de un modo equitativo y valiente, con un instrumental diferente de las bastas motosierra y licuadora, que dejan intactos o directamente los intereses más concentrados.

¿Negar los efectos nocivos de gastar en exceso y de modo persistente no será un atajo conservador para no meter la mano en los huecos presupuestarios que benefician a lobbies, holdings y "regímenes especiales" opacos? ¿No será ese un modo de socializar, a través de una inflación ya insoportable, el costo de una asistencia social imprescindible en la Argentina del fifty-fifty de pobreza, uno que debería financiarse por medios políticamente más audaces?

"Los derechos sociales no son gratuitos y la riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales y equitativas", dijo –recordemos– Francisco. Acaso él esté enunciando algo que la política sigue sin animarse a articular. Mientras eso no cambie, pese a todos los dolores, se tratará de Milei o nada.

CON INFORMACION DE LETRA P.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto