Rosendo Fraga: "Milei es la expresión local de un fenómeno global"

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El cerebro humano es una máquina productora de conclusiones, decía Chesterton. Si no llega a conseguir producirlas es que se encuentra oxidado. Cuando genera ideas de una manera elegante y certera estamos ante una mente de primera categoría. Es el caso de Rosendo Fraga. El escritor, historiador y politólogo siempre tendrá algo que enseñarnos sobre la fugaz realidad.

Este diario visitó a Fraga en su estudio de Retiro, un sanctasanctórum donde se respira historia y erudición. El mobiliario, las vitrinas y las paredes nos hablan del pasado eminente de la Patria. A continuación, la extensa charla.

-Usted ha definido a Javier Milei como "el primer 'tecnopresidente', ¿qué significa la definición?

-'Tecnopolítico'. Se refiere a la relación entre la política y la tecnología. Es un fenómeno de las últimas tres décadas que no ha sido cabalmente estudiado por el mundo académico. Elon Musk ha dicho que Javier Milei es el líder mas importante de la 'tecnopolítica'. Algunos critican que Milei sea un dirigente capaz de dedicar dos horas y media por día a operar las redes sociales. ¡El mismo! Sabemos que no delega en un community manager. Es muy difícil encontrar hoy en día en el mundo un presidente con una interacción tan intensa con el mundo de internet. Desde esa perspectiva es que podemos definir a Milei como el primer líder en ejercicio del poder con rasgos de 'tecnopolítico'.

 

-¿Hay en el escenario internacional algún precedente a Milei como 'tecnolíder'?

-Algunos mencionan que Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, puede en alguna medida ser encuadrado en esta nueva categoría de liderazgo.

-Esto entronca con la sensibilidad popular, ¿no? Todos somos 'tecnociudadanos'.

-Sí. Hay una evolución política y social en esa dirección, aunque nuestro sistema político, básicamente, sigue siendo de fines del siglo XVIII: Revolución Estadounidense, 1776; Revolución Francesa, 1989. La vida cotidiana, naturalmente, ha cambiado de manera radical en estos dos siglos y medio. Por ejemplo, en el contacto y la frecuencia con la información. Cuando comenzó la democracia representativa y liberal, el ciudadano no veía nunca a sus líderes y gobernantes. Hoy lo vé varias veces por día. La representación política ha cambiado mucho.

-¿Podríamos decir que es ésta una democracia directa? ¿Sí es así, podríamos afirmar, además, que es mejor que la tradicional?

-Es, nos guste o no. Eso es lo único que podemos afirmar con certeza. Lo que tenemos que analizar es cómo afecta al funcionamiento de la democracia liberal clásica. Elegir cada dos años o cada cuatro, según sea el caso, genera además un vértigo, una velocidad de la información impresionante. Lo que percibimos con claridad es una disconformidad global con el funcionamiento de la democracia, no con la democracia como sistema de gobierno. La gente demanda cambios ya, soluciones ya. Y el sistema no puede dárselos. Para mí, Javier Milei es la expresión local de un fenómeno global.

-¿Cómo es esto?

Más que por concepto, la tendencia se define por nombres. Milei había dicho hace dos años y medio cuando fue electo diputado nacional: "Yo soy Trump, Bolsonaro y Vox (el partido de España) en la Argentina". Podemos hablar de derecha soberanista, neoderecha, ultraderecha, lo que sea, pero los rótulos conceptuales no serán tan claros como lo que transmiten esos nombres.

-Vaya, el platonismo se ha muerto en la política. Somos todos aristotélicos, nominalistas.

-La imagen vale más que mil palabras, me parece. Los nombres y la imagen que transmiten son el factor clave de la política de este siglo.

EL PAPEL DE LAS ELITES

-Milei fue electo presidente contra el deseo -y la militancia activa- de todas las élites. ¿Cómo juegan las aristocracias de la economía, la política, la cultura, el arte en este nuevo mundo de las redes sociales y la imagen preponderante?

-Cuando Milei va a la conferencia conservadora en Estados Unidos estuvo reunido con Donald Trump durante un minuto treinta. La consigna de la convocatoria era: 'Aquí muere la globalización'. Hay en todo el mundo un repudio muy fuerte a las elites globalizadas, aquellas que encarnan la llamada cultura woke. Algunos dicen: Si usted quiere saber quiénes son las élites globalizadas, mire el Foro de Davos. Milei representa y se suma a esa reacción popular antielitista. Los nombres propios que mencionamos son todos anticultura woke. Y llegaron al poder. Y Trump probablemente vuelva a la Casa Blanca, a pesar de la intensa resistencia del 'New York Times' y el 'Washington Post', dos arietes del wokismo. Por otro lado, observe este dato: Elon Musk tiene 52 años y once hijos. ¿Qué significa?

-¿Una conducta contracultural?

-Exacto. Es lo contrario a la cultura dominante que nos dice que el planeta está superpoblado, no hay que tener hijos, etc.

-¿O sea, Milei es una contracultura?

-Yo creo que sí. Es una reacción a la cultura dominante en Occidente. Por eso hablo de una expresión local de un fenómeno internacional. Los estadounidenses suelen decir por estos días que nunca han estado tan divididos, al menos desde la guerra civil. Llamémosle polarización, división, grieta, lo que quiera. La política es elocuente de la situación social. Se ha transformado en una acción intensa, agresiva, combativa.

-¿Por qué hemos llegado a este punto en Occidente? No se puede decir, creo, que sea el reflejo de un empobrecimiento generalizado. Al contrario.

-Por el aumento de la desigualdad. Los salarios se han estancado. Ha aumentado mucho el total de la riqueza en Occidente, pero se está distribuyendo mal. A veces no se trata de lo que yo tengo, si no de lo que tienen los demás. Aunque en conjunto sea menor el número absoluto de la pobreza, este desaforado incremento de la información circulante muestra que las minorías están acumulando riqueza a niveles increíbles. Y eso genera efectos políticos.

EL SEMESTRE

-¿Cómo evalúa estos primeros seis meses de Milei? ¿Qué le ha sorprendido?

-Hay una pregunta que teníamos planteada claramente el 10 de diciembre: Cómo va a hacer para gobernar un presidente que tiene cero por ciento de veinticuatro gobernadores, sólo nueve senadores de 72, y 38 diputados de un total de 257. Bueno, lo que hemos encontrado en estos primeros seis meses son manifestaciones de ese problema. Yo puedo decir que Milei es el presidente que más veces ha viajado al exterior en el primer semestre desde la restauración de la democracia. Y el que ha logrado aprobar menos leyes. La gran pregunta política de diciembre sigue sin respuesta.

-¿Se puede gobernar sin nuevas leyes?

-Creo que no. Los recientes cambios en el gabinete, me parece, apuntan a resolver este dilema. Por otro lado, algunos me dirán que se puede gobernar con DNU. Algunas cosas sí, les respondería. Otras no. Qué pasa si surge una controversia entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Define el Poder Judicial. Los márgenes de autonomía del Presidente dependerán de la decisión de la Corte Suprema.

-¿Como ve al peronismo en este escenario? ¿Se puede aglutinar en torno de Kicillof un polo socialdemócrata o populista de izquierda?

-A ver. Hoy, sin duda, Kicillof o Lousteau puede desafiar a Milei. Pero yo miro para adelante y sospecho que ninguno de los dos está en condiciones de liderar un polo alternativo en el esquema de nueva política que describimos. Puede ser, en cambio, Ignacio Torres, el mandatario de Chubut. Tiene 36 años, creo que es el gobernador más joven de la Argentina. Representa una nueva geopolítica provincial. Si analizamos el futuro en función del presente, quizás, nos vamos a equivocar. Surgirán liderazgos diferentes a los que conocemos.

LA POLITICA EXTERIOR

-¿Cómo evalúa la política exterior de Milei, ese alineamiento automático con la OTAN?

-Me da la impresión que la diplomacia, como herramienta primordial de la política exterior, hoy está en crisis. ¿Cómo manejó Trump las relaciones internacionales, o Putin, o Xi, o Modi, o Erdogán?

-Con el más crudo personalismo...

-Claro. Hace diez años, Milei con sus actitudes en política exterior hubiera sido considerado un loco, entre comillas. Hoy está dentro de la norma. Vemos por todos lados líderes fuertes, líderes contestatarios, cultura de confrontación, debilitamiento de los organismos multinacionales. Baste, observar el último episodio, la pelea entre Milei y Pedro Sánchez. Ninguno de los dos se han comportado como un presidente tradicional. En ambas partes del conflicto, desaparecieron las prácticas convencionales. Quiero decir, estamos en un escenario internacional en el que la diplomacia está perdiendo terreno.

-¿Le conviene a la Patria una relación diplomática con Brasil tan deteriorada?

-La geografía es un concepto revalorizado por las relaciones internacionales. Nos condena y nos obliga. La relación con Brasil está signada por una historia compartida y por intereses comunes, pero... -he aquí el punto- el lenguaje diplomático se ha endurecido. La relación entre los líderes latinoamericanos es más áspera que antes y no por el 'fenómeno Milei'. Petro, Lula, López Obrador, Boric...

-¿Esta apuesta decidida de Brasil por los Brics significa un viraje estratégico en Itamaraty? Nuestros vecinos siempre tuvieron una relación privilegiada con Estados Unidos.

-Brasil es el único país latinoamericano con vocación global. Y con condiciones de ser un actor global destacado, diría. Con masa crítica para, al mismo tiempo, ser un líder regional. Esto no ha cambiado. El mundo es el que ha cambiado.

-¿En qué sentido?

-Hace cincuenta años era un chiste pensar en una China superpotencia global. En el escenario bipolar de la guerra fría, Brasil sí era un aliado estrecho de Estados Unidos. Pero ese marco no existe más. Vivimos en un escenario multipolar, con potencias nuevas como la India y países -como Indonesia- que juegan un importante rol regional (en el sudeste asiático). El mundo se ha diversificado. La semana pasada, Brasil junto a China y otras naciones presentaron un documento para crear condiciones de paz en Ucrania y que hace referencia a la cumbre en Suiza de los próximos días con setenta países. Es una señal que Lula quiere jugar un papel más preponderante en el concierto de naciones.

OTRO MUNDO

-¿Puede decirse que concluyó la pax americana?

-Entre 1945 y 1990, rigió la bipolaridad. Mandaban Estados Unidos y la Unión Soviética. Después de la disolución de la URSS, entramos en la unipolaridad. La absoluta hegemonía estadounidense concluyó en 2021. ¿Qué pasó ese año? La derrota de la OTAN en Afganistán. En 2022, tuvimos la invasión rusa a Ucrania. Y en 2023, el ataque de Al Qaeda a Israel. Estos tres hechos bélicos están marcando un cambio de época. Entramos en una era multipolar.

-¿Una era mas inestable y violenta, cabe suponer?

-Lo veremos. Estados Unidos y China son las potencias globales, pero hay otros actores en juego y en cierta medida las potencias principales son impotentes ante determinados conflictos. Si hoy, Washington y Beijing decidirían que van a terminar de un plumazo con la guerra en Ucrania o con el conflicto en Gaza, no podrían hacerlo. Es un mundo más complejo y diverso.

-¿Cómo vislumbra que terminará la guerra en Ucrania?

-En la mesa de negociaciones; no con una guerra entre Rusia y la OTAN. La clave es quién gana las elecciones estadounidenses de este año. Si gana Trump, una paz negociada en Ucrania será más probable.

-¿China se sentirá tentada de recuperar Taiwán por la fuerza?

-El principal objetivo de China es impedir que Taiwán declare su independencia. La gran pugna política en la isla, justamente, es entre los que quieren ser una nación soberana y aquellos que prefieren volver a unirse con China continental algún día. El Kuomitang, el gran partido de Chiang Kai-shek, mantiene históricamente esta segunda posición y representa el sesenta por ciento de los votos, aunque en las últimas elecciones se han dividido, lo que permitió el triunfo de una presidenta independentista. Mientras Taiwán no declare su independencia, mi opinión es que China no invadirá lo que considera una provincia rebelde.

-¿Qué otra zona del planeta considera explosiva?-La península coreana. A ver, el conflicto en Taiwán se enmarca en una bipolaridad (China vs. Estados Unidos). Ese no ocurre en Corea. No existe esa capacidad de contener el conflicto; hay un actor -el dictador norcoreano- con una cierta autonomía. Si bien Corea del Norte es una economía muy pequeña (un sesenta y seis avo del PBI de Corea del Sur) tiene una capacidad militar incierta pero peligrosa, todo indica que cuenta con misiles y quizás armas nucleares. Trump intentó una diplomacia directa y personalizada, pero fracasó. La formula occidental (le damos comida; nos dan la paz) no ha funcionado con Kim Jong-un.

-Parece dudoso que Occidente envíe soldados a morir a la península coreana hoy en día...

-Pongámoslo en términos religiosos. En los países cristianos occidentales el 40% de la población se declara dispuesta a morir por su patria. En los musulmanes, el 70% está dispuesto a luchar. La India, el 77%. Estos datos no deberían ser olvidados por una dirigencia europea cuya beligerancia verbal parece anacrónica.

 Con información de La Prensa

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