Martín Llaryora ya no hablará de cordobesismo, ni ordenará grandes despliegues para las efemérides más sensibles del Partido Justicialista de Córdoba. Una misa en la Catedral bastó para conmemorar los 50 años sin Domingo Perón y, este viernes, serán suficientes las expresiones coloridas en redes sociales para recordar el 25° aniversario del triunfo provincial de José Manuel de la Sota.
La decisión no debe sorprender. Llaryora gozó y sufrió en iguales proporciones “la herencia” de los cofundadores del cordobesismo: la del peronista que sólo conoció el camino de la derrota hasta su triunfo del 12 de julio de 1999 y la de su aliado en la parte más feliz del cuento, Juan Schiaretti.
“El Gallego” y “el Gringo” sumaron seis períodos de gobierno con alternancia. Coleccionaron aciertos, pero también sonoros fracasos que Llaryora prometió resolver en la campaña que lo enfrentó en 2023 a Luis Juez, quien obtuvo el apoyo inédito de la UCR de Córdoba y todas sus figuras primeras figuras: Rodrigo de Loredo, Mario Negri y Ramón Mestre.
Llaryora habló de inseguridad, de educación y de salud con la pericia de un auténtico contorsionista. Pese al esfuerzo de vender futuro, el pasado siempre vuelve en las complejidades del presente. No es casual que el gremio docente sea el que hoy encabeza la batalla, la misma que fines de los ’90 erosionó el gobierno radical de Ramón Bautista Mestre y allanó la oportunidad para el experimento peronista.
"Hay una generación que se retira y otra que ingresa, por eso no hay más 24 años”. Esa fue la frase de Llaryora, dicha al calor del triunfo inesperado de Daniel Passerini en la capital hace un año, que resonó y marca lo que el gobernador realmente piensa. Fue un desahogo que rápidamente intentaron corregir los arquitectos del nuevo relato.
Un peronismo que nunca pudo solo en Córdoba
Hay un corte, que no significa que el sanfrancisqueño ignore las experiencias del pasado. El cordobesismo de De la Sota, el Modelo Córdoba de Schiaretti y el Partido Cordobés de Llaryora son mutaciones hechas sobre la misma base que supone un electorado “gorila” y la resignada aceptación de que al peronismo no le basta su “chapa” para ganar.
De la Sota tejió la alianza con la Ucedé de Germán Kammerath; Schiaretti pavimentó su triunfo histórico en 2019 con la suma de una decena de partidos progresistas como el socialismo y el GEN de Margarita Stolbizer, entre otras fuerzas.
Llaryora le dio la vuelta de tuerca con la incorporación de referencias de la UCR y del PRO en el debut de algo más parecido a una coalición de gobierno que a una alianza meramente electoral.
Sin embargo, Llaryora sabe que la generación que se retira es una expresión de la boca para afuera. Es el principal mentor de la candidatura nacional de Schiaretti, al punto que la intensidad de su tropa ofusca a la vieja guardia schiarettista, más cómoda con el tempo de otras épocas.
Las alianzas no se manchan
Llaryora jugará un pleno a su Partido Cordobés como un nuevo modelo de hacer política, sin derribar los históricos cimientos. Le llevó un semestre entender que será difícil saltar los altos muros del cordobesismo que predica la defensa irrestricta de los intereses de Córdoba.
Mantener las sociedades históricas es el método seguro para camuflar la soledad nacional del elenco cordobés y confundir el antiperonismo del electorado que hoy baña las aguas agitadas de Javier Milei, pero que en 2007 y 2023 estuvieron a dos puñados de votos de entregar el mando al peronista arrepentido que es el senador Juez.
Para todo eso es necesario ocultar al Partido Justicialista, ratificar el juego de Schiaretti en la cancha nacional y sumar las voces disidentes adentro del esquema para que los ecos del pasado no resuenen en la gestión de Llaryora que sólo lleva seis meses, varios amagues presidenciales y la comprobación de que sus rivales -Juez y De Loredo- no se la dejarán fácil.
El Partido Cordobés buscará tener el anclaje nacional con Hacemos por Argentina, con dos presidenciables que gobernaron Córdoba entre las opciones para 2027. Queda claro que hay otra lección que Llaryora no olvida: cualquier intento grande debe suceder lejos de quienes hoy manejan la batuta del PJ a nivel nacional.
La camada melancólica de José Manuel de la Sota
25 años de cordobesismo no son nada y son todo. La extensión de un mismo signo político en el poder tiene espejos incómodos en varios puntos del mapa argentino. Es natural que Llaryora no quiera mirarse en ellos. Su carrera política cobró vuelo cuando desafió con el ímpetu renovador a los socios fundadores en una interna.
Todavía hay una porción ideológica que mira con desconfianza la vuelta de rosca que Llaryora le dio al asunto para hablar de recambio, de un proyecto nuevo y disruptivo que reúne a la gente que quiere trabajar por el bien común, pese a sus adhesiones partidarias. Cierto es que buena parte de esa camada, y que reivindica con ahínco el legado delasotista, se encuentra alineada con el PJ a nivel nacional o, particularmente, más próxima a Sergio Massa.
Este viernes, en la histórica casa de la CGT de Córdoba, habrá un acto en homenaje a De la Sota. La oportunidad será aprovechada para el lanzamiento de un nuevo espacio dentro del PJ cordobés: el Ateneo de Pensamiento Peronista. También, para la puesta en marcha de la Comisión Permanente de Homenaje a José Manuel de la Sota.
Según la organización, el viceintendente de Córdoba, Daniel Passerini, y la diputada Natalia de la Sota confirmaron su participación en el encuentro que se desarrollará en pleno centro de la capital. También lo habrían hecho el secretario de Desarrollo Social de la provincia, Paulo Cassinerio, y el secretario de Políticas Sociales de la Municipalidad, Raúl La Cava.
Schiaretti y Alejandra Vigo no serán de la partida. Llaryora recibió la participación. Sin embargo, la organización confirmó al cierre de esta nota, con expectativa a la baja, que todavía no respondió al convite.
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