La economía de Javier Milei entra en zona de turbulencia

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Desde entonces, el sonsonete de "la recuperación en ve", algo que este medio siempre discutió, ha ido desapareciendo del discurso oficial. El vaticinio presidencial de abril, gaseoso por donde se lo mire, tuvo una última remake el 21 de mayo, pero ya no como certeza, sino en clave de mero indicio. "Hay sectores que ya empezaron a empujar, como el agro, la energía, la minería. Hay varios indicadores que empiezan a mostrar recuperación (…). Yo veo una ve", señaló Toto Caputo en el 41° Congreso Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
 
"Probablemente fuimos demasiado optimistas al pensar que esto podría hacerse en el corto plazo", se lamentó sobre el final de la semana el ceo de Techint, Paolo Rocca, en referencia a las reformas que habrían hecho posible, según él, una reactivación semejante.


Ojalá que la esperanza no lo abandone.
El contexto internacional se agravó súbitamente justo en momentos en que la economía Argentina también ingresa en zona de turbulencia. El temor a una recesión en los Estados Unidos está provocando derrumbes de los mercados bursátiles y augura una posible ola de emisión de dinero por parte de los principales bancos centrales para apuntalar los niveles de actividad y el empleo. Justo lo contrario que lo que se ensaya en nuestro país.
La economía, una era de hielo sin fin
De acuerdo con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas del comercio pyme cayeron el mes pasado 15,7% interanual y distan de haber tocado piso, ya que también lo hicieron 1,6%, respecto de junio. Ese período aciago, vale subrayar, fue de vacaciones de invierno.

Más en general, el continuado desplome de la recaudación de impuestos vinculados a la actividad interna arrojó un panorama similar sobre la era de hielo en curso. El impuesto PAIS a las importaciones y gastos en el exterior creció en julio 193% por encima de la inflación, seguida por retenciones, 148%; todo eso es sector externo y ni siquiera alcanzó para salvar las papas en el promedio. En lo local, Bienes Personales perdió 90% real interanual, seguido por Ganancias con 24,4% e IVA, que "habría registrado una baja interanual del 12%, reflejando la importante caída del consumo", dijo el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).

No sorprende que, de acuerdo con lo que surge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, en semejante contexto la pobreza haya saltado al 54,8% de la población en el primer trimestre y la indigencia, al 20,3%, según una reveladora nota de Ismael Bermúdez en Clarín.

Esa es, para peor, una foto vieja, ya que la recesión interminable causada por el Caputazo siguió haciendo estragos después de marzo, y esos incrementos –16,1 y 11,4 puntos porcentuales, respectivamente– no son el final del drama.

Quien tenga más de 50 años encontrará difícil recordar lo que alguna vez fue la Argentina.

Sé que te excita pensar hasta dónde llegaré
Aunque la promocionada aniquilación de toda forma de emisión de pesos profundiza la hiperrecesión, la inflación –cuya reducción es acaso lo único que puede mostrar Milei como activo– habría cerrado julio en un nivel todavía resistente, de entre 3 y 4%, allí donde se había supuesto un piso difícil de perforar. Sin embargo, démosle la derecha en este caso al Presidente: los analistas económicos, como siempre repite, han subestimado la velocidad del sendero descendente registrado hasta ahora.

Con todo, esos errores, si es que fueron tales, no fueron de cálculo económico sino político, dado por la imposibilidad de imaginar qué excesos se permitirían él y Caputo en términos de política monetaria. Ya queda claro que, si los dejan, ambos son capaces de destruir la inflación. Exageremos para obtener mayor claridad: ¿qué pasaría con el nivel de los precios si la moneda fuera simplemente abolida, la economía pasara a funcionar –como quieren ambos– con los dólares del colchón o, incluso, en base al trueque o a la venta de los muebles y la ropa de uso diario de las personas? El IPC arrojaría un cero tan redondo que sería hasta fútil calcularlo.

Ya se sabe que todo es posible en el proyecto paleolibertario y que el único límite que encuentre será el que indique la paciencia social, que ya presenta indicios de fatiga.

"Hay que tener cuidado con la furia de un hombre paciente", advirtió en 1681 el escritor inglés John Dryden en Absalom and Achitophel.

Federico Sturzenegger sale a la cancha
Caídas las narrativas de los segundos semestres, las salidas en ve y el meteorismo de los submarinistas, el Gobierno apuesta a poner en práctica todo lo que la delegación de facultades le permite: desguace, desburocratización, privatizaciones y licitaciones, todo por iniciativa de Federico Sturzenegger, alias el Coloso. De ese modo, cuenta Pablo Fernández Blanco en La Nación, se avecinan "tres viernes para cambiar al país", lo que supone el Gobierno, permitiría mejorar el clima de negocios.

Podría conjeturarse que la demora en poner en marcha los superpoderes delegados por el opoficialismo del Congreso podría deberse al temor del Topo a los efectos sociales y electorales de la ejecución de su deseada "destrucción del Estado desde adentro"; también, como dijo Mauricio Macri, a problemas de gestión, derivados de la falta de cuadros comprometidos con "el cambio". Como sea, cualquier impacto del cambio climático sobre el humor del empresariado argentino tendrá efectos difusos mientras el propio Gobierno se esmere tanto en devastar el mercado interno a hachazos. Sin consumo, será difícil que ladre el chancho.

Algo de esto debe intuir el titular del crepuscular PRO, quien se lanzó a iniciar el proceso de ruptura que necesita para que su criatura política sobreviva. Para eso propuso ayuda en forma de cuadros, asumiendo seguramente que está no será considerada; prefiere, para que la clientela no lo juzgue, ser dejado antes que dejar. Pero, sobre todo, dinamitó los puentes que llevan a Milei incluso más directamente que los diálogos cara a cara: los que tienden los entornistas Karina Milei y Santiago Caputo.

Macri conoce en carne propia lo que pasa cuando un funcionario –casualmente el mismo, Toto Caputo– apuesta el futuro de una gestión a alquimias financieras que el mercado primero atiende –mientras gana– y luego deplora –cuando el riesgo se hace demasiado elevado–. ¿Estará ya el país en un "momento 2018"?

Miradas de desconfianza
Informes de bancos de inversión y casas bursátiles del país y del exterior ponen cada vez más seriamente la mira en las perspectivas de que el país pague sus deudas el año próximo y en los subsiguientes o si, en su defecto, la Argentina caerá en su enésimo "evento crediticio", sea este un default liso y llano o una renegociación "amistosa", eufemismo que siempre esconde debajo del poncho la amenaza de la cesación de pagos.

El cierre de los mercados el viernes sembró pesimismo: pese a la intervención oficial, los tipos de cambio paralelos cerraron en alza y se alejaron un poco más de la convergencia con el oficial –más el impuesto PAIS–, instancia que Caputo imagina como propicia para levantar el cepo.

Peor aun, el riesgo argentino, medida de la capacidad de pago de la deuda, trepó peligrosamente por encima de los 1.600 puntos básicos.

Desde hace bastante tiempo –mientras los inversores aún estaban de fiesta– este medio ha invitado a seguir de cerca ese índice elaborado por JP Morgan y advierte sobre la posibilidad creciente de dicho "evento".

Claro que el de los mercados es un partido que se juega todos los días y que el calendario todavía deja tiempo para que ese indicador crucial que es el riesgo país se acomode más abajo. Sin embargo, este debería derrumbarse a la mitad para que se recuperara acceso al crédito y se pudiera comenzar a refinanciar vencimientos. El desafío es grande. Tal vez, enorme.

Otro indicio generó pesimismo en el cierre de la semana: el fracaso de la licitación por los instrumentos que el Banco Central les ofreció a los bancos para entregar sus puts, esos peligrosos seguros de recompra a valor nominal de los títulos de deuda con los que la autoridad ha empapelado a las entidades. Con una aceptación de apenas el 26%, las dudas crecen.

El Plan Aguantar de Milei y su ministro se trata de pavimentar con golpes de efecto y parches el tránsito entre un presente hiperrecesivo y financieramente muy frágil hasta un futuro en el que los dólares del blanqueo –¿unos 2.000 millones para las reservas?– y, más adelante, el abusivo RIGI permitan pensar un futuro mejor y hasta en planes que no se abandonan, como la dolarización endógena.

Esto último es hoy un escollo severo en la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que se le pide que ayude a saltar el abismo con dólares frescos. El organismo, por ahora, no sabe/no contesta. ¿Lo haría, como indica el manual de instrucciones del Plan Aguantar, si Donald Trump ganara las elecciones de noviembre?

Mauricio Claver-Carone, quien era representante de Trump ante el Fondo cuando se gestó el préstamo sin precedentes –él mismo confesó que por motivos electoralistas– en favor de Macri, puso eso en duda en una entrevista con El Observador.

"Milei no es Macri. Macri tenía una relación de más de 30 años con Trump. Trump fue socio de Franco, el padre de Mauricio. Con el presidente Trump nosotros apoyamos a la Argentina en un momento, pero había una confianza y una relación de más de 30 años. La política de ganar tiempo pensando que con Trump va a conseguir más dinero del Fondo es una ilusión, es ilógica y va a llevar al fracaso, porque, primero, no funciona de esa manera y, segundo, (porque) Milei y Trump todavía no tienen relación", advirtió.

¿Pudo haberse cortado solo Claver o contó con aval del presidenciable republicano? ¿Actuó como mero portador de un mensaje, acaso para arrancarle a la Argentina algo más que la genuflexión que ya propone, o lo hizo a título personal, como satisfacción de viejos rencores?

Tras el relevo de Trump por Joe Biden, el político floridano encontró conchabo como titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nombramiento que el gobierno de Alberto Fernández trató de bloquear –sin éxito–, temeroso de un ahogo crediticio.

Esa no fue la única afrenta que Claver sintió llegar desde la Argentina y la peor fue la promovida, cree él, por agentes misteriosos que llevaron a su destitución en 2022 por su relación –con ventajas salariales incluidas– con una subordinada en la entidad.

A la sazón, el representante argentino ante el BID era nada menos que el actual jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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