Joaquin Phoenix abandonó a Todd Haynes, director de películas de éxito como I'm not there (2007), Secretos de un escándalo (2023) o Carol (2015), poco antes de comenzar el rodaje de una película que todavía no tenía título.
"Ha sido tremendamente indignante", comentó un ejecutivo de un estudio de producción a la revista The Hollywood Reporter. El escándalo por la decisión de Phoenix, inesperada y no explicada hasta ahora, se extendió por todo Hollywood como una mancha de aceite.
El enojo incluyó a los socios productores de la película, que estudian si denunciar al actor. Aseguran que en varios casos la justicia ha ordenado a actores abandónicos indemnizar a los productores.
La decisión de Phoenix fue especialmente inesperada, ya que fue el propio actor quien propuso a Haynes el proyecto. De la película se sabe que era un giro al género negro clásico y que iba a narrar un intenso romance gay en los años 30. Además de Phoenix, el filme contaba con el actor estadounidense Danny Ramirez como su amante.
La partida del actor y las desconocidas razones de su abandono dejaron al director, a los productores y al resto del reparto en una incertidumbre absoluta. Según apuntan las fuentes con las que contactó The Hollywood Reporter, la inversión ya comprometida en la película era de decenas de millones de dólares. Christine Vachon, una de las productoras de la película, calificó la situación de "una pesadilla".
No es la primera vez que Phoenix se marcha del set sin explicaciones.
Ridley Scott vivió una situación similar cuando ultimaba los detalles para rodar Napoleón (2023). Según THR, el actor ya amenazó entonces con dejar su trabajo y la película estuvo a punto de quedar abandonada definitivamente. Los productores lo convencieron para que no abandonara el proyecto por el método de contratar a Paul Thomas Anderson, el realizador con el que trabajó Phoenix en The Master, para que reescribiera el guion y reparara los errores de planteamiento que irritaban al actor. Al final, Napoleón aterrizó en los cines a finales de 2023.
Fuente: La Nacion