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Fueron tres derrotas en apenas 48 horas en el Congreso lo que obligó a Javier Milei a redefinir su marco de alianzas, ya sin Mauricio Macri como socio fijo. Necesita al expresidente para ajustar su plan de gobierno en una etapa que empezará sentir la presión del electorado que le dio el triunfo y pide resultados más inmediatos.

Como se adelantó en esta columna, agosto pintaba para ser un mes de pasos en falso de Milei en los recintos, donde la oposición que le facilitó la ley ómnibus y la reforma fiscal iba a empezar a marcarle la cancha en temas sensibles, como los fondos reservados para la SIDE o los ingresos de los jubilados.
 
El Presidente no tuvo ni tendrá más opción que ir a lo clásico: arreglar cuentas con los gobernadores para garantizarse sus bancas en el recinto y frenar una rebelión de figuras sin territorial, pero con votos en el Congreso y mucha experiencia en la rosca legislativa. A la mesa se sumó Mauricio Macri, que tarde o temprano iba a empezar a diferenciarse de Milei si no quiere terminar aplaudiendo desde la tribuna.


Las internas de Karina Milei también tuvieron un desenlace en el Parlamento, con la ruptura, ya definitiva entre su hermano y Victoria Villarruel; y la fractura interminable del bloque de Diputados, que puede tener consecuencias en le mediano plazo.
Los tropiezos de Javier Milei
La ajustada mayoría que el miércoles rechazó en Diputados el DNU que aumentó los fondos reservados para el aparato de Inteligencia, puede ser el puntapié inicial de un desguace de la SIDE que Milei relanzó hace pocos meses.
Para el libertario, la ex-AFI es, ante todo, la herramienta que sustenta sus relaciones bilaterales con Israel y Estados Unidos, cuyos representantes diplomáticos circulan por las oficinas principales del organismo como si fueran suyas.

Para un sector de la oposición, la SIDE concentra los recursos que Milei utiliza para amedrentarlos por las redes sociales, con cuentas anónimas que hostigan a referentes opositores con información personal. El coordinador, creen, es Santiago Caputo, quien esta semana se tomó vacaciones.

Desde ahora, el Gobierno deberá refutar estas versiones en la bicameral de fiscalización de organismos de inteligencia, ante una mayoría que, como anticipó Letra P, reunió al kirchnerismo con el radicalismo de Martín Lousteau, quien ganó la batalla interna de su partido y se quedó con la presidencia de la comisión.

Entre los libertarios hay versiones de todo tipo. Hay quienes creen que El Jefe dio luz verde para convocar a la comisión y arriesgarse a una derrota, porque le agrada que empiecen investigar de cerca a Caputo, empoderado con el control de la SIDE.

La comisión estuvo seis meses sin conformarse y podrían haber esperado un tiempo más. Otra interpretación es que si seguía la acefalia en la comisión podría haberse adjudicado la presidencia Leopoldo Moreau, quien igual será vice. Además, el primer tema en agenda de la bicameral, pedido por Elisa Carrió, es investigar el organismo de inteligencia de la policía federal, a cargo de Patricia Bullrich. Todo tiene que ver con todo.

¿La SIDE se disuelve?
La sesión en Diputados que rechazó el DNU de fondos reservados y lo dejó al filo del veto -en el Senado sobran los votos- se logró gracias a los oficios de Emilio Monzó y Nicolás Massot, diputados de Encuentro Federal y experimentados arquitectos parlamentarios que vencieron a Guillermo Francos, quien puso todos los recursos del Ministerio del Interior para frustrar la sesión. La rosca tradicional superó a la casta libertaria.

Sin plata, Francos ofreció a los gobernadores la autorización para firmar empréstitos en el exterior y, con esa promesa, alineó a casi todos. La excepción fue el chubutense Ignacio Torres (PRO). El ministro logró que el diputado cordobés Carlos Gutiérrez, que había firmado el pedido de sesión, dejara su banca vacía. Tampoco fueron representantes de provincias como Misiones, Neuquén, Entre Ríos, Salta; y las radicales Corrientes y Mendoza. Tanta obediencia debida debe haber sido bien retribuida.

Si no había cuórum, Caputo hubiera tenido los fondos reservados. Si bien se llegó a la mayoría por la presencia oportuna de cinco alfiles del PRO, el número podría haber alcanzado si llegaban a tiempo algunos referentes de Unión por la Patria.

También fue clave Lousteau, quien lejos de acordar la paz con el Gobierno después de quedarse con la bicameral, movió las fichas para voltear el DNU. El sector de Monzó y Massot, por decisión de Martín Menem, se quedó sin silla en esa comisión y quedaron enfrentados.

Los exPRO empezaron ganando el primer duelo, pero no quedaron conformes y van por más: promoverán una reforma de la ley de inteligencia. Hasta evalúan pedir la disolución de la flamante SIDE y derivar las tareas de inteligencia en otras áreas. Fue una de las propuestas de Patricia Bullrich en la campaña, quien en esos días no imaginaba que volvería a ser ministra de Seguridad y con Milei de presidente.

La ruptura con el PRO
La ayuda del PRO para votar contra los fondos de inteligencia tuvo dos capítulos. Uno fue la cena del lunes a la noche entre Monzó, el diputado Oscar Carreño y Horacio Rodríguez Larreta, quien garantizó el cuórum de Álvaro González y Héctor Stefani. Si hubiera vuelto de su viaje, también hubiera ayudado Héctor Baldassi. Torres logró que Ana Clara Romero colaborara.

Macri se sumó a la rosca con un Zoom de la mesa del partido el martes por la noche y otro el miércoles a la mañana, en el que pidió un gesto en contra de Caputo. La idea original consistía en votar, pero sin colaborar con el cuórum. El expresidente no se contuvo y quiso dejar en claro su ayuda.

Diana Molero y Sofía Brambilla fueron las encargadas de sentarse para dar el 129 que marca el tablero para iniciar una sesión. La gran derrotada fue Bullrich, quien sólo pudo garantizar cuatro de los 37 votos PRO a favor del DNU. Hubo ausencias y abstenciones que la complicaron, como la de sus presuntos dirigidos, Fernando Iglesias y Silvana Giudici.

En el Senado, el expresidente también dejó su estampa con la votación en general a favor de la reforma jubilatoria que se sancionó el jueves con cinco apoyos PRO. Cuatro de ellos rechazaron artículos de mayor costo fiscal, pero para Milei el golpe estaba dado. Macri después negó su intervención.

El jefe del bloque, Luis Juez, dice que no hubo llamados de Macri, pero es difícil creerle una versión así al entrerriano Alfredo De Angeli o la misionero Martín Goerling Lara. Esta dupla entendió que sólo había que rechazar esos artículos, porque el resto era aceptado por Milei. Dicen eso. En este caso, da igual, porque al Gobierno no le alcanza con el PRO para evitar los dos tercios en ambas cámaras.

Diputados, la llave para borrar la reforma
La apuesta de Milei para mantener el veto es Diputados, donde necesita un tercio de los miembros: 86 votos. No es nada fácil, porque entre PRO y LLA suman 75 y está claro que Larreta tiene sus alfiles para molestar.

De hecho, cuando la reforma se aprobó en la cámara baja, hubo siete ausencias PRO, entre ellas María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato. ¿Son capaces de ocupar sus bancas para pedir que no se aumenten las jubilaciones?

Milei apuesta a Francos, quien volvió a la carga con los gobernadores de los partidos provinciales, porque en este tema no tiene a los radicales. En el bloque LLA cuentan a 82 seguros -entre propios, PRO y aliados- y creen que el jefe de Gabinete, quemando naves, tendría que sumar cuatro más.

No es mucho, pero tampoco es tan sencillo votar en contra de los jubilados sin un costo a mediano plazo. El radicalismo dialoguista, liderado por los gobernadores Leandro Zdero (Chaco) y Gustavo Valdés, trataron de modificar en el Senado los artículos que mayor gasto implican. Quedaron en minoría. Milei descartó la chance de un veto parcial, ante los anuncios de la UCR y EF de no aceptarla. De hacerlo, deberían ir al recinto a justificar que los jubilados no ganen 300 mil pesos.

El Senado dejó una experiencia difícil: las fuerzas locales le dijeron a Francos que se si había sesión, votaban a favor. No será fácil cambiar la historia en el recinto vecino.

La interna en el bloque LLA en Diputados puede jugar en contra. La salida de Lourdes Arrieta implica un voto menos y, por ahora, Rocío Bonacci y Marcela Pagano juegan a favor. Si las echan, como quiere Martín Menem, podrían restar para sostener el veto. Milei debería tener en cuenta esos números ante de habilitar a su hermana a ir a fondo con las peleas.

Villarruel, en boxes
Las disputas en Diputados eclipsaron los nuevos cruces entre Victoria Villarruel y los hermanos Milei, un vínculo que ya no tiene retorno. La vicepresidenta no soportó a los trolls libertarios y apuró un debate por las dietas en el Senado que la tenía de rehén. El tema seguirá en comisiones.

Villarruel complotó contra la candidatura a juez de la Corte de Ariel Lijo, que expuso el miércoles en el Senado y dejó su pliego en suspenso hasta que Milei tenga ganas de negociar. Recién ahora parece haberse enterado que, tal vez, haya sido una herramienta del Presidente y de Ricardo Lorenzetti para que la Corte quede sin mayoría propia en diciembre. Desprecia al cortesano por no haber hablado de la teoría de los dos demonios.

La vice tampoco quiso poner la cara para la derrota en la reforma jubilatoria y se fue de la votación. Frenó la sesión durante dos meses a la espera de un acuerdo que no llegó.

Lo que más le molestó, sin embargo, es que no la hayan llamado las últimas dos semanas para acercar posiciones y forzaran una derrota para eventual veto, que ni siquiera podría sostenerse. "Francos nos pidió pisar la sesión 15 días, la paramos dos meses y nos manda a perder", repetía Villarruel en su despacho, antes de hacer un paso fugaz por el recinto, que tal vez tarde mucho en volver a abrir.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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