El ataque de una patota al comité porteño de la Unión Cívica Radical y el tweet del presidente Javier Milei, quien sembró intrigar contra el presidente del partido, Martín Lousteau, al afirmar que el radical quería borrar “evidencia” para ocultar documentos de la auditoría de la UBA, dan cuenta de un momento de avance muy fuerte del Gobierno contra este partido”, observó Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).
El ataque que realiza el Presidente contra el partido radical, que es totalmente distinto al que realiza contra el kirchnerismo o el peronismo, demuestra que hay una estrategia de cooptar a un sector de la sociedad sin el cual no podría ganar un balotaje.
Para ganar en el 2015 con Cambiemos, Mauricio Macri tuvo que correrse al centro y sumar a los radicales, además de los panradicales, como Lilita Carrió. Allí, la estrategia fue disfrazarse de centrista, de socialdemócrata y de persona republicana, todas características del partido radical. Además, sumó 6 ministros del radicalismo a su gobierno y, con la ayuda de Jaime Durán Barba y Marcos Peña, se corrió al centro. Eso fue fundamental para que Macri, que salió segundo en la primera vuelta, pudiese ganarle a Daniel Scioli sumando los votos de los radicales.
Esto no les gusta a los autoritarios
Lo mismo sucedió en el 2023, cuando Javier Milei necesitó sumar los votos de Cambiemos, conformados en parte por los radicales, para ganar el balotaje. Es decir, para poder seguir gobernando, ganando elecciones y manteniéndose al frente en las encuestas, todo aquel que no sea peronista necesita del partido radical.
Macri le dio un consejo a Javier Milei cuando se reunieron una vez ya asumido el Gobierno. “Yo tuve que hacer de presidente del radicalismo y manejar al radicalismo desde Cambiemos. Vos tenés que hacer lo mismo”, le dijo el líder del PRO. Lo que está haciendo el presidente Javier Milei es tratar de fagocitarse al partido radical de distintas formas, como destruir una parte o cooptar otra.
Para ubicarnos en lo sucedido, vamos a analizar el ataque de una patota al Comité Nacional del radicalismo. La UCR repudió el ingreso de desconocidos al Comité mediante un comunicado solicitando un “rápido esclarecimiento de los hechos y la identificación de los responsables”.
Como respuesta, el presidente Milei acusó al presidente de la UCR de hacerse un autoatentado para “eliminar evidencia” en su cuenta de X (ex Twitter). Uno sospecharía todo lo contrario: que la nueva SIDE es la que entró allí e hizo eso. No encuentro motivos por el cual Martin Lousteau quisiera realizarse un autoatentado.
Javier Milei está en una cruzada evidente contra el radicalismo. Desde que era candidato atacaba a Raúl Alfonsín, a quien lo llamaba “el fracasado hiperinflacionario”, y ubica al inicio de la decadencia argentina con la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.
Esta obsesión de Milei por atacar a los radicales se explica con la lógica de que para poder ganarle al peronismo, necesita juntar todo aquello que no es peronismo. Aquello importante que no es peronismo, y que no es la derecha, o La Libertad Avanza, o a los halcones del PRO, se llama radicalismo y panradicalismo, en el que se incluiría a la Coalición Cívica, a los socialistas de Santa Fe y a parte del peronismo blanco que representa Miguel Ángel Pichetto en el bloque que preside en la Cámara de Diputados.
Ahora, analicemos dos ejemplos de este ataque a los radicales en general y a la figura de Alfonsín en particular por parte de Javier Milei.
En una entrevista en televisión antes de ser candidato, a Milei le preguntaron cuál fue la peor “bolucompra” que había hecho en su vida. “No sé si es una bolucompra, pero fue muy divertida. Me compre un muñeco que tiene luces en la cara y en los abdominales y le tenés que pegar donde está la luz. Lo terminé rompiendo y hasta le había puesto la careta de Raúl Ricardo Alfonsín para cagarlo a trompadas, el fracasado hiperinflacionario de Chascomús”, confesó entre risas.
El encono de Milei contra los radicales es fácilmente explicable si se entiende que no se trata de algo personal, sino de una estrategia política. La UCR es históricamente el principal adversario del peronismo, actual oposición mayoritaria del Gobierno de Milei. La táctica de la gestión libertaria no fue sumar a los radicales, como hizo Mauricio Macri con Cambiemos. Ahora es atacarlos, dividirlos, destruirlos y, finalmente, cooptarlos.
En este programa, Martín Ocampo, presidente del radicalismo porteño, dijo que entiende que Milei ataca a los radicales porque ellos representan los valores liberales. “Lo que el Presidente no disimula son sus similitudes con el kirchnerismo. Lo que claramente le molesta del radicalismo es que es el partido liberal por excelencia, y eso lo pone incómodo”, remarcó Ocampo. Por eso mismo es que Milei ataca al radicalismo. El radicalismo demuestra que él no es liberal y que, al mismo tiempo, la verdadera fuerza liberal en lo cívico es el radicalismo.
En este sentido, vale volver a revisar lo que dijo el Presidente en Córdoba la semana pasada, cuando calificó a Alfonsín de “golpista”. “Teníamos indicadores sociales peores que los que había en diciembre de 2001, previo a la caída de la convertibilidad y del golpe de Estado impulsado por Duhalde y Alfonsín. Paradójicamente, muestran a Alfonsín como el padre de la democracia siendo que fue partidario de un golpe de Estado. Evidentemente pesificarle la deuda a Clarín hizo mostrar como un héroe”, arremetió Javier Milei.
Allí queda claro que es lo mismo que sucede con los medios de comunicación. No ataca a C5N, a Página12 o a Radio 10. Ataca a los mismos medios que atacaron al kirchnerismo: a Perfil, a La Nación y a Clarín. Lo mismo hace con el marco político: no ataca al peronismo, ataca al radicalismo, es decir, al centro.
Milei acorrala al radicalismo en cada votación en el Congreso. A los que lo apoyan, los llama héroes y los invita a comer asado en la Quinta de Olivos. A los que votan en contra o se abstiene, los escracha y tilda de “traidores a la patria” y de “ratas”.
Milei no busca sumar al radicalismo haciéndole concesiones, como hizo Macri. Milei avanza con una virulencia distinta, pero el objetivo es el mismo: cooptar a los radicales y destruir a todos aquellos que no pueda cooptar y, fundamentalmente, sumar al electorado radical. Esto le provoca al radicalismo una importante crisis. Ya hubo una discusión muy fuerte entre los radicales cuando fue la Conferencia de Gualeguaychú, en la que se discutió si sumarse a Cambiemos o no terminaba siendo positivo o no.
El radicalismo tiene esta especie de karma. Se lo acusa de haber apoyado a algunos golpes de Estado por antiperonistas y de haber apoyado a Macri por lo mismo, es decir, por ser "radicales gorilas antiperonistas". Estas ideas son totalmente distintas a las de Alfonsín, que consideraba que el peronismo no era la fuente de todos los males.
Ernesto Sanz hizo un balance en la Conferencia radical en Gualeguaychú en la que volaron sillas por el aire cuando se decidió apoyar a Mauricio Macri. Qué distinta hubiera sido la historia si, como quería el gobernador de Jujuy, se sumaba al Frente Renovador de Sergio Massa. “Si hubo un dirigente radical que bancó todo esto fui yo. Yo banque a los que sacaban fotos con Macri”, declaró Sanz con enojo Sanz.
La actual división entre los radicales se escenificó en la reciente ruptura del bloque de la UCR en el Congreso. No se discutió en ninguna convención partidaria, sin embargo, es evidente las diferencias entre quienes quieren una mayor cercanía al gobierno de Milei y quienes se mantienen como oposición.
Es interesante volver a ver que este ataque de Milei a los radicales tiene su correlato en el ataque de Milei a Horacio Rodríguez Larreta, a quien acusó de zurdo y lo insultó en varias oportunidades. Como si lo que realmente le molestara a Milei no fuese el peronismo, sino las fuerzas políticas opositoras al peronismo, que no son LLA. Es decir, todo aquello que se oponga al peronismo y que no esté con él, merece una crítica mayor a la del peronismo. Sin embargo, los radicales tienen su programa de valores republicanos y de defensa de la democracia, bien distinto al del peronismo.
También se puede trazar un paralelo con los medios, como dijimos en la columna del viernes de la semana pasada, cuando dábamos la noticia de que la Justicia dio curso a nuestra demanda contra el Presidente por los ataques a todo el peronismo y a nosotros mismos. Milei no ataca a los periodistas y medios cercanos al kirchnerismo. Por lo que se ve, la misma estrategia que tiene con los radicales, la tiene con los medios de comunicación.
Los objetos de sus insultos y ataques a los periodistas que fueron críticos al kirchnerismo y que ahora son críticos a Milei, son lo mismo que los ataques a los políticos que fueron críticos al kirchnerismo y ahora lo son a Milei. Es como si en los radicales y los medios independientes hubiesen representado un sector de la sociedad que se opone al pensamiento único y a los dogmas y que Milei quiere dejar atomizada y sin representación.
En un reportaje en La Nación, Natalio Botana dijo que “la cultura kirchnerista sigue viva y con mucho vigor a través de La Libertad Avanza y a Milei”. Además, observó que Milei encarna exactamente los mismo defectos en la forma de actuar que el kirchnerismo.
Hoy, por lo tanto, es más necesario que nunca defender a la UCR y a sus valores particularmente. No por los aciertos y errores de cada uno de cada uno de los directivos del partido, sino por los valores que significa la Unión Cívica Radical dentro del sistema democrático de partidos, que forma parte de la democracia argentina desde sus comienzos.
Además, el ataque de Milei a los radicales tiene que ver con los valores del ideario radical que son innegables y que son un aporte a las instituciones de nuestra república: la democracia como valor principal, la defensa de la universidad pública, las aspiraciones de la clase media y, junto con libertad, igualdad para una vida mejor.
CON INFORMACION DE PERFIL.COM