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Hay conversaciones permanentes. Hay mútiples actores que discuten sobre dónde está el punto común al que quiere caminar. El espacio opositor del centro está inmerso en una gran nube, donde los límites son difusos y los diálogos se ramifican con el avance de los días. Y hay fotos que van marcando mojones en el camino hacia las elecciones del 2025.

La imagen más reciente de ese armado la protagonizaron el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, y el ex mandatario de Salta Juan Manuel Urtubey, quienes tuvieron una reunión en el Panal, como se conoce a la casa de Gobierno cordobesa. Café de por medio volvieron a coincidir en la necesidad de avanzar en un armado con una mirada federal, desde el interior hacia el conurbano, y con un cambio de nombres en la conducción.

Para eso entienden que el 2025 es una parada previa. La voluntad del peronismo cordobés, representado en la figura de Llaryora y el ex gobernador Juan Schiaretti, es avanzar en la construcción de un armado político que tenga representación en varias provincias, pero que no requiera de una campaña nacional, en la que todos saldrían debilitados.

El motivo es la lógica de la gestión. Hay gobernadores como Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) que no encuentran ningún sentido en mostrarse como armadores de un esquema de centro, cuando mantienen una relación amena - después de varios cortocircuitos - con la Casa Rosada. Pelearse con Milei en este tiempo no es ganancia para ninguno de ellos.

Antes de fin de año los cordobeses presentarán un partido nacional. La idea es hacer una presentación en diciembre y cerrar el 2024 con una señal del camino que quieren seguir. “En cada provincia habrá matices y diferencias. No hay que tener la misma táctica en todos los lugares. Cada lugar tendrá su estrategia y en el camino al 2027 se armará algo más grande”, indicó uno de los principales dirigentes del armado del medio.

Llaryora tiene que hacer equilibrio por su relación con Milei, pero, al mismo tiempo, no puede quedarse estático en su provincia, teniendo en cuenta que su voluntad de fondo es construir una candidatura presidencial. No lo va decir en público y es lógico que así lo haga, pero está en su lista de proyectos para los próximos tres años.

Urtubey, en tanto, podría jugar el año que viene como candidato a senador nacional por Salta. No está seguro de hacerlo. No está convencido de sumergirse en el mundo legislativo, pero sí trabajará para la construcción del armado político del medio. Su lugar en el mapa. En el que está parado desde que dejó la gobernación de su provincia.

Horacio Rodríguez Larreta no salió en ninguna foto, pero publicó una carta abierta con la que apuntó a uno de los puntos débiles del gobierno nacional y del Presidente. “Nuestros compatriotas lo han elegido para gobernar el país. No para dividirnos. No para insultar a quien no está de acuerdo con sus ideas. No para compartir mensajes de odio en las redes sociales”, sostuvo el ex jefe de Gobierno porteño.

Puso el foco en “los efectos de su violencia discursiva” y remarcó la cantidad de insultos que complotaron contra la convivencia democrática. “Desde que asumió la presidencia de la nación, usted ha utilizado 32 términos para insultar y descalificar a personas e instituciones… ¡en 2173 oportunidades! solo a través de su cuenta en la red social X”, escribió. El ex candidato presidencial del PRO es uno de los dirigentes que está más inmiscuido en la edificación de un nuevo espacio.

Rodríguez Larreta se reunió hace poco tiempo con el intendente de Tigre, Julio Zamora, que es uno de los referentes del proyecto político en la provincia de Buenos Aires, el territorio más hostil para todos los intentos de armado de centro que hubo en los últimos años. El tigrense ha recibido en su municipio a Schiaretti, Facundo Manes y Martín Guzmán. Caras visibles de una articulación nueva.

El jefe comunal tigrense fue parte de una imagen simbólica, que le sirvio para marcar su distanciamiento del kirchnerismo duro. Una mesa de café y una rosca política para armar una alternativa anti K en la provincia de Buenos Aires. Una reunión que compartió con el ex intendente de Hurlingham, “Juanchi” Zabaleta; el dirigente platense del MUP Federico Martelli; y los intendentes Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Guillermo Britos (Chivilcoy).

Esos dirigentes buscan ser la pata bonaerense del armado federal de centro. Ese esquema es mirado de reojo por algunos intendentes del conurbano que ya no frecuentan las tertulias ultra K. Tal vez por eso desde ese punto geográfico analizan que si Axel Kicillof no va a fondo en la discusión de poder con Cristina y Máximo Kirchner, los intendentes que están jugando sus fichas por él, como Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Juan José Mussi (Berazategui), Gustavo Barrera (Villa Gesell) y Fabián Cagliardi (Berisso), podría terminar confluyendo en ese armado de centro.

Martelli, que formó parte del Grupo Callao, es parte de la Red Federal Peronista, que integran Facundo Moyano, Cecilia Gómez Mirada, Fernando Gril, Leandro “Quico” Busatto junto a un extenso grupo de dirigentes del interior que están parados en la vereda de enfrente del kirchnerismo y que trabajan en la postergada renovación del peronismo, con un tono crítico respecto al kirchnerismo. Todos apoyaron la candidatura del riojano Ricardo Quintela a la presidencia del PJ.

Schiaretti es uno de los impulsores del armado de centro. Trabaja para agrandar la estructura que construyeron junto a Florencio Randazzo el año pasado y que tiene un correlato en una parte del bloque de Hacemos Coalición Federal, que conduce Miguel Pichetto y donde conviven Oscar Agost Carreño, del PRO; Margarita Stolbizer, del GEN; los socialistas Esteban Paulón y Mónica Fein; los legisladores cordobeses que responden a Llaryora y Schiaretti: Emilio Monzó y Nicolás Massot.

Todos esos nombres propios tienen una postura común respecto a la construcción política que quieren hacer. Tratan de hacer converger posturas para construir un armado anti Milei que transite la vía del medio mirando de costado los extremos: el kirchnerismo y La Libertad Avanza. La comunicación entre todos ellos es permanente. La discusión sobre cómo posicionarse respecto al mundo K, también.

“Hay que ir a buscar el electorado menos progresista del kirchnerismo, pero no a sus dirigentes”, reflexionó un integrante del esquema del medio. En esa línea se inscriben Massot, Monzó y Diego Bossio, otro de los dirigentes del peronismo que articula voluntades en la vía del medio. El ex titular del ANSES compitió en el esquema que llevó a la fórmula presidencial Schiaretti-Randazzo en las últimas elecciones.

Menos kirchnerismo, más peronismo federal. Pero, al mismo tiempo, saben que es una posibilidad buscar una convivencia con los K. “Hay que conducirlos, no tirarlos por la ventana”, asumió un dirigente del interior. Además, advierten que en las provincias la expresión del kirchnerismo duro es “marginal”.

Ese debate atraviesa al espacio del centro. Hay una línea más dura, que interpretan Schiaretti y Randazzo, que no ven posibilidad alguna de armar algo con CDK y que creen que el espacio de la ex mandataria terminará arrinconado, pero fuerte, en la provincia de Buenos Aires.

Hay una línea más flexible, en la que los dirigentes piden “hacer menos antikirchnerismo” y concentrarse en armar un bloque opositor a Milei. “No hay grises. O sos oposición o sos oficialismo. O estas con Milei o enfrente de Milei”, señaló un dirigente peronista con un largo recorrido.


Cada semana hay una reunión nueva, una foto para mostrar, una señal de que el punto de encuentro es ser oposición a Milei pero, al mismo tiempo, una opción distinta al kirchnerismo. Con esa lógica están haciendo crecer la idea. “Todos hablan con todos”, repiten en las diferentes ramificaciones de esa fuerza política desarticulada que es hoy el espacio del medio. Todos empujan hacia el centro sin la certeza de cuál será el destino final.

Con información de Infobae

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