





Son los dos dirigentes que generan mayor expectativa hacia adentro de sus espacios este año. Saben ambos que, a diferencia de lo que ocurre con algunos que prefieren no mirar el 2025 con el calendario del 2027, para ellos no es lo mismo. Tanto para el exgobernador Juan Schiaretti como para el jefe del bloque UCR en Diputados, Rodrigo de Loredo, todo lo que ocurra este año se lee con la proyección al premio mayor: las elecciones a cargos ejecutivos en el 2027.


Por lo tanto, jugar o no hacerlo, no es lo mismo.
En el llaryorismo apuestan todo a un operativo clamor que convenza a Schiaretti de “ir por la gloria”. Raro para alguien que fue tres veces gobernador y que se puede someter a un resultado ajustado en octubre que lo exponga de cara al 2027. No obstante, la zanahoria es interesante por el rol preponderante del Congreso y, particularmente, de la Cámara baja.
Eso es precisamente lo que sabe De Loredo para reclamar una continuidad en Diputados que lo puso en la palestra mediática nacional, pero para lo que tuvo que pagar costos. Dentro y fuera del bloque, dentro y fuera del recinto, dentro y fuera del partido.
Hasta hace semanas, la suspensión de las Paso se convertía en señal de cierto alivio para los dos. Sin embargo, el año sin el filtro de las Primarias obliga a la imposición de lapicera; y eso, mientras en el peronismo aseguran que el único con casillero blindado es el exgobernador, en la UCR resisten y quieren llevar a De Loredo a una interna.
En otras palabras: en el PJ, a Schiaretti se le respeta el lugar, pero si no va, muchos entienden que la lapicera será toda del gobernador Martín Llaryora; y en el microclima radical, a De Loredo lo quieren torear. Fundamentalmente, para que no empuje una alianza.
Subterránea disputa peronista
Pocos creen en la desesperada -y arriesgada- jugada que activaron cerca de Llaryora con un uno-dos que lleve al tope de la boleta a Schiaretti con Natalia de la Sota. Sencillamente porque ninguno de los dos aceptaría. Sobre todo, el exgobernador.
Sin embargo, así como los schiarettistas paladar negro observaron el globo de ensayo de “la fórmula” como un nuevo desafío al exmandatario; los que hablan con Llaryora razonan que, si el socio fundador del cordobesismo se corre de la disputa, no podrá imponer. O, lo que es peor, si se intenta empezará una tensión por el futuro del gabinete.
Hay llaryoristas que rechazan a ‘Pichi’ Campana, hoy el plan A de Schiaretti y Vigo; como hay schiarettistas y viguistas que están decididos a bloquear a Miguel Siciliano; y está, también, un grupo de dirigentes del PJ en la capital que rechaza a ambos y va a tantear una interna.
Más aún cuando entienden que puede ser una plataforma para la Ciudad en el 2027, a pesar de que cerca de Siciliano reconozcan que ese objetivo ya salió del radar del jefe del bloque oficialista en la Unicameral.
“’El Gringo’, si es él, puede exigir hasta el segundo lugar. De ahí para abajo uno calcula que debería ser Martín el que decida”, dijo una fuente del peronismo al tanto de los primeros borradores y encuestas.
Los schiarettistas ratifican, una y otra vez, que no está entre las metas del exgobernador ser candidato este año, pero hay otros peronistas que se preguntan qué haría Schiaretti con 70% de imagen positiva si no juega. “No hay 2027, te queda lejos el debate 2023”, reconoció una fuente que prefiere no abrir escenarios por el vínculo con todos los involucrados.
Otro resistido es el exministro de Finanzas, Osvaldo Giordano. Cercano siempre al equipo del exgobernador, de recorridos recientes por el Diseñando Ciudad y opción que también barajan algunos en el schiarettismo, no pasaría el filtro llaryorista.
Mientras que, en el PJ Capital sigue fuerte para algunas facciones la necesidad de una interna, cuando otros aún se lamen las heridas y miden esquirlas del caso Kraisman.
Por ahora, Schiaretti mira el escenario con distancia y observa cómo la nueva generación del PJ agarró, en cuestión de días, los dos tomos principales del manual del cordobesismo: obra pública y vínculo con el campo. Reglas no escritas que, incluso, están por encima de la relación con el Gobierno nacional.
¡Calma, radicales!
La vida partidaria en la UCR recobró vigor en los últimos días. De Loredo pidió ordenar la tropa, contener hacia adentro y achicar con espacios para aislar a Ramón Mestre. El primer gesto fue adelantar el nombramiento de Juan Negri para el Ersep que anticipó en exclusiva Alfil esta semana.
Ahora la respuesta se debería ver en la reacción de los congresales al espacio que lideran De Loredo y Marcos Ferrer para asegurarse la lapicera. No sólo para el armado de las listas, sino también para arrastrar el sello a una eventual alianza.
Igual, De Loredo, de la misma manera que lo hace Schiaretti, mira todo el panorama. De hecho, los que hablan con el radical sostienen que pregunta casi semanalmente qué hará el exgobernador y explora a qué nuevos -o viejos- socios acercarle sus números para reflotar una coalición.
En la UCR más de uno le dijo a De Loredo que no es una mala opción dejar pasar la elección y reúnen varios argumentos: aunque es cada vez más lejana la opción, Luis Juez va a hacer hasta lo imposible para que su ex socio no encabece una lista de alianza con los libertarios, el desgaste de la conducción del bloque y el innecesario riesgo de someterse a una contienda áspera de resultado adverso. “Yo me instalaría dos años en la provincia y marco agenda todas las semanas. Voy a la Legislatura, paso por el Concejo, viajo al interior…”, dijo un radical muy cercano a De Loredo.
No obstante, es difícil que el jefe UCR se corra. El desparrame es otro peligro, aún más inminente, que una nueva derrota en las urnas.
El “ser o no ser” marca los tiempos de las dos grandes fuerzas en Córdoba con incertidumbre en la dirigencia e inquietud en la militancia.
CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE SILVA GABRIEL.




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