Cabeza a cabeza, aunque Juez es quien puede sacar un conejo de la galera

POLÍTICA - CÓRDOBA Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
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Llaryora tiene un optimismo "nervioso", hablan en su entorno de diferencias que no tienen un fundamento científico, es solo una expresión de deseo. La realidad es que la elección está muy peleada y cuando alguien necesita "alardear" sobre una victoria sin nada que lo respalde, la desconfianza es mayor. Juez está acostumbrado a las difíciles y eso envalentona a su tropa. Nada es absoluto y todo puede pasar.

Luis Juez y Rodrigo de Loredo sostienen que el peronismo les tiene miedo, que hicieron hasta lo imposible para separarlos. “No pudieron”, gritan con voz ronca, mientras desdramatizan que Juntos por el Cambio haya acumulado en el cierre de listas la elección de un aspirante municipal con una moneda lanzada al aire, la doble candidatura del presidente de la UCR, Marcos Carasso; y las fugas de Myrian Prunotto y Javier Pretto a los segundos renglones de las fórmulas oficialistas que encabezarán Martín Llaryora en la provincia de Córdoba y Daniel Passerini en la ciudad capital.

En el búnker de Hacemos Unidos por Córdoba (HUxC) les dan la razón, aunque prefieren utilizar el pretérito. “Tuvimos miedo”, reconocen en despachos encumbrados sin negar que, efectivamente, la atomización de la alianza opositora fue uno de sus principales propósitos. “Si Llaryora gana, al menos dos puntos serán la consecuencia de las rencillas que ocurrieron en las instalaciones del Orfeo Suites”, continúan con el terrorismo.
Con las candidaturas oficializadas y con el control de daños de cada cantera minuciosamente inventariado, llegó el momento de forjar las condiciones de la batalla final por el poder. Con el gobernador Juan Schiaretti como único portavoz de la “vieja guardia”, Llaryora y sus contemporáneos sentados a la mesa (Manuel Calvo, Julián López, Ignacio García Aresca y Paulo Cassinerio), esperan un escenario electoral similar al de 2015, en el que la paridad que enarbola la oposición se traduzca en verdad en una luz de unos seis puntos de ventaja.


Saben que Juez empezará a crecer naturalmente con el correr de la campaña y le reconocen gran potencial. Apuestan a la tradicional polarización política, propia de los albores de la democracia, donde las dos principales fuerzas se llevaban más de dos tercios de los votos.
Para estas predicciones, incluyen como factores determinantes la ausencia de De Loredo en la fórmula ejecutiva provincial de la oposición; el rearmado en el interior con el aporte de los socios radicales, vecinalistas, amarillos y frentetodistas; el innegable aparato partidario y estatal; y la buena consideración de la gestión en la Capital y el interior.
Antecedentes
En 2015, Schiaretti hizo una buena elección, pero no sobresalió. La estrategia que Llaryora desplegará en las próximas semanas tiene como horizonte ese desempeño moderado, con parecidos y diferencias.

Schiaretti logró imponerse a una suerte de JxC unido, en fase experimental, con el radical Oscar Aguad a la cabeza y al taquillero exárbitro macrista, Héctor Baldassi, como compañero de fórmula. El peronista se alzó con casi 40 puntos, sólo seis más que la dupla patrocinada por el entonces jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.

Un hombre fuerte del kirchnerismo cordobés, que ahora revista en las filas del cordobesismo, Eduardo Accastello, rompió un techo con 17% de los votos, en compañía del humorista Cacho Buenaventura.

Hoy, la polarización asoma como elemento fuerte en una tabla de sumas y restas que se completa con la expresión limada del Frente de Todos que lidera Federico Alessandri, tras el pase de Martín Gill y de una veintena de intendentes del espacio a HUxC, de cara a la elección provincial.

El desconocimiento que tiene Llaryora en el interior lo diferencia de aquel Schiaretti de 2015 que ya había sido vicegobernador de José Manuel de la Sota y su sucesor en 2007 en las polémicas elecciones contra Juez, en las que el peronismo se impuso por poco menos de 18 mil votos.

A estas señales se aferran en el equipo de Llaryora en la fase inicial de la campaña. El mensaje que quieren dar al campamento opositor es directo: no es el mismo Llaryora de noviembre, desorientado y temeroso. De paso, meten el dedo en la llaga al ponderar el trabajo táctico de estos meses, en contraposición con el supuesto tiempo perdido en la oposición. El oficialismo tuvo sus diferencias que un liderazgo firme -a diferencia de JxC- pudo subsanar.

Un subibaja electoral
La posibilidad de una coalición opositora unida por primera vez y la renovación generacional que transita el peronismo cordobesista con el candidato a la cabeza melló la confianza del llaryorismo, al punto que provocó un tironeo con Schiaretti por la fecha electoral. El intendente quería elecciones anticipadas y unificadas con la Capital, para aprovechar la fortaleza de una gestión bien valorada.

Plantear comicios en mayo suponía la modificación de la ley electoral provincial. El jefe del peronismo cordobés, dispuesto a serlo hasta el último día de su mandato, ejerció el verticalismo peronista y no movió una coma. Su campaña nacional se monta, precisamente, en este respeto por las reglas del juego de la democracia. Cierto es que no siempre fue así.

Schiaretti autorizó la reforma electoral de 2016 que prohibió las reelecciones indefinidas; las mismas que el año pasado el intendentismo quiso enmendar sólo para este turno electoral y fracasó por falta de consenso político amplio. En 2018 el oficialismo hizo algunas picardías para dividir a la oposición, como la aprobación del financiamiento estatal de las campañas electorales y la habilitación de las dobles candidaturas (para la gobernación y la Legislatura) que tuvo como principal detractor al mentor de Carasso, el diputado Mario Negri. Ese mismo año, antes del brindis navideño, el oficialismo autorizó el adelantamiento de las elecciones provinciales a mayo de 2019.

Esta vez, Schiaretti se plantó y cumplió con el cronograma electoral vigente. Fueron moviéndose por las diagonales con dos objetivos de máxima: dividir a la oposición y, de no ser posible, desvincular a Juez y a De Loredo de la fórmula. La separación de los comicios provinciales y capitalinos con un lapso menor a un mes logró ese propósito.

Juez dijo a Letra P que un candidato a gobernador no puede tener una ambición real sin un candidato a la intendencia fuerte como De Loredo. Para el peronismo este razonamiento no es 100% válido, porque afirman que De Loredo contenía al radicalismo, que boya sin un candidato del palo.

Como sea, con el escenario ideal consumado, la mesa política de Llaryora construye un mosaico de antecedentes, versiones, mapas de calor y encuestas para mantenerse alejados de la hipótesis de la paridad electoral y construir el relato de un triunfo donde no sobrará mucho, pero imaginan que será digno.

Con información de Letra P, sobre una nota de Yanina Passero

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