Seguridad, Justicia y Trabajo: Llaryora busca perfil tras “cisnes negros”

POLÍTICA - CÓRDOBAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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Más allá de su juego a fondo en la campaña presidencial de Juan Schiaretti, ahora ya no solo con declaraciones sino con participación directa y con monitoreo de la tropa peronista, el gobernador electo Martín Llaryora tiene dos preocupaciones concretas, por hechos no esperados que pueden afectar decisiones sobre el armado y los nombres de su futuro gabinete. El crimen de la trabajadora de limpieza Gabriela Pérez, producido en entorno gremial, posiblemente como parte de una interna entre Soelsac y Surrbac, dos sindicatos que desde sectores del propio schiarettismo aseguran tienen “matriz mafiosa y apretadora”, es uno de los problemas. El otro es lógicamente los hechos delictivos que investiga el fiscal Enrique Gavier en las cárceles de Bower y de Villa Maria, con conexiones en las autoridades carcelarias de primera línea. 

Son dos cisnes negros que dolieron políticamente en el oficialismo provincial y que hicieron que Llaryora partiera a los Estados Unidos (llegó ayer a Washington) en compañía de su secretario de Finanzas, Guillermo Acosta, dejando a su círculo más íntimo con “tareas para el hogar” concretamente en relación a la violencia gremial que termino en asesinato el sábado 9 de septiembre en el club Yapeyú. “Que pague quien tenga que pagar, sea quien fuere el responsable, y rápido. Todos presos”, afirman muy cerca del mandatario electo, en un off que entrelíneas, tal vez indica que el aliado de Hacemos Unidos por Córdoba y titular de las 62 Organizaciones, Sergio Fittipaldi, jefe de Soelsac y hoy en el ojo de investigación judicial, ya no goza del calor del oficialismo. El otro investigado es el titular de Surrbac, Franco Saillén, exlegislador del espacio K provincial, quien intenta arrebatarle el gremio a Fittipaldi y es opositor al cordobesismo.

En el seno del llaryorismo admiten que los acontecimientos harán repensar los nombres que quedarán a cargo de los ministerios de Trabajo, de Seguridad y de Justicia. El sanfrancisqueño está convencido de unificar los dos últimos, algo que le suelen desaconsejar sus asesores con el argumento de que Justicia debería quedar “limpia” de áreas públicamente muy conflictivas, y dedicarse a la relación con el Poder Judicial, Inspección de Personas Jurídicas, Consejo de la Magistratura, etc, y que Servicio Penitenciario, Senaf, etc, quede para Seguridad. La danza de nombres para el área más vulnerable de todas incluye al exfiscal general Alejandro Moyano, a Adrian Salcedo, ex Fuerza Policial Antinarcotráfico, y a algún comisario retirado.

Además del perfil de quien esté a cargo de estas áreas, unificadas como planifica Llaryora o separadas, los escenarios plantean la pregunta por la procedencia: si una persona de extrema confianza de Llaryora, alguien del oficialismo pero de otro sector, o un técnico. Schiaretti puso a Alejandro Mosquera al frente de Seguridad y a Luis Angulo en Justicia originalmente, el primero posiblemente por falta de otro candidato, el segundo miembro de su riñón, que luego pasó al Tribunal Superior de Justicia, donde es vocal. Dejó a su sucesora, la actual ministra, Laura Echenique. El asesinato policial de Blas Correas -otro asesinato con relaciones políticas- corrió (tardíamente) a Mosquera. En Seguridad quedó un técnico que ya venía trabajando en el tema con el schiarettismo, Claudio Stampalija, pero como secretario del Ministerio de Gobierno y Seguridad a cargo de Julián López, el hombre de Roque Saénz Peña que estará en el Gabinete de Llaryora.

Otra área que se hipersensibilizó es Trabajo, como consecuencia de la interna de Soelsac-Surrbac y del resultado abierto que tienen las hoy postergadas elecciones en el gremio de la limpieza, y por el ascenso de la izquierda a la delegaciones de la UEPC como Capital, donde el docente Franco Boczkowski, del Partido Obrero, desbancó a la representante de la lista Celeste, Alina Monzón. No solo eso. El llaryorismo teme a lo que llama la “izquierdización” del poderoso gremio de Luz y Fuerza, que tiene elecciones el 7 de diciembre. Todavía no está claro si el oficialismo llevará nuevamente a Gabriel Suárez, si encabezará Jorge Molina Herrera, o si la puja entre ambos quebrará la lista en dos y facilitará el ascenso de la oposición. Falta bastante y tampoco está claro si los opositores Tomas Di Toffino y Héctor Tosco lograrán unir fuerzas para desbancar a una conducción procesada judicialmente con cargos de corrupción Este último escenario es el que observa Llaryora, y se definirá unos días antes de su asunción como gobernador.

En Trabajo, estuvo Angulo y está Omar Sereno, dos laboralistas reconocidos y ambos del corazón del schiarettismo. El actual ministro tiene ganas de quedarse: cerca suyo consideran que no hay laboralistas de peso para lidiar con lo que se viene. Pero entienden que hasta el 22 de octubre, el sanfrancisqueño se escudará en la campaña de Schiaretti para mantener en estricta reserva la geopolitica de los cargos.

Con informacion de Diario Alfil.

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