Sergio Massa, más De la Sota que nunca en Córdoba

POLÍTICA - CÓRDOBAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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Tres pasos: unidad nacional, diálogo multipartidario y la convocatoria amplia a referentes del mundo de la producción y el trabajo en pos de un modelo de desarrollo que deje atrás a un país en crisis. Esa hoja de ruta con la que Sergio Massa busca hacer efectivo el milagro de ganar una elección desde un oficialismo en retirada se parece demasiado al peronismo cordobés que llegó al poder en el ocaso del menemismo. En el horizonte, tiene un modelo del que él mismo asegura haber aprendido mucho: el cordobés. Ese que le enseñó José Manuel de la Sota, el padre del cordobesismo con quien construyó su primera aventura presidencial, allá en 2015 cuando la grieta política que hoy parece reconfigurarse por completo tocaba su punto más alto.

“Hoy nace la construcción de un espacio para el futuro de la Argentina, abierto y convocante de diálogo. No queremos seguir discutiendo el pasado de la Argentina, nos arremangamos para construir el futuro con eje en la educación, vivienda, con empleo digno y seguridad. Queremos terminar con la discusión vulgar de la política, hay que construir con amplitud sin ponerse la camiseta de un partido y poniéndose la camiseta de Argentina”. Esas palabras fueron pronunciadas por Massa a finales de abril de 2015. De la Sota estaba sentado a su lado. En el Hotel Hilton de Puerto Madero, el por entonces diputado del Frente Renovador y quien era el gobernador de Córdoba estaban lanzando la alianza UNA (Unidos por una Nueva Alternativa), a partir de la cual iban a intentar terciar en las presidenciales entre el kirchnerismo y el macrismo.
La Argentina que quiere gobernar Massa parece haberse quedado en el tiempo. Con De la Sota reivindicando el Modelo de Gestión Córdoba y revalidando el rol del Estado en ese proyecto de desarrollo, el tigrense prometió aquel día terminar con “los niveles de inflación que destruyen salarios y jubilaciones” y trabajar para mejorar la situación en un país que “necesita cambio y crédito”. Se comprometió a lanzar programas de créditos para inquilinos y luchar frontalmente contra la inseguridad y el narcotráfico.

“Este es un espacio alternativo a las dos opciones que se le están ofreciendo al país: la continuidad es más de lo mismo y lo que se presenta como novedoso es la vuelta a los '90 con ajuste y pobreza”, decía por entonces el cordobés, y agregaba: “Hay que recuperar el diálogo entre todos, los argentinos no quieren más discusiones tontas, quieren que les cambiemos la vida”. Él ya lo había hecho en su provincia.
El camino delasotista
De la Sota había sido candidato a gobernador en 1987 y 1991 y también el precandidato a vicepresidente que acompañó a Antonio Cafiero en la interna peronista de 1988. Desplazado de la centralidad del peronismo mediterráneo, en 1995 asumió como senador y, desde allí, se propuso construir una herramienta política que le permitiese volver a dar pelea en la elección de 1999, año en el que finalmente arribó a la Casa de las Tejas, por entonces la sede del gobierno mediterráneo.
En el camino, veía como el modelo que encabezaba Carlos Menem comenzaba a desgranarse. Tras la victoria de la Alianza en la elección de medio término de 1997 y la crisis social que se incrementaba de modo cada vez más virulento, De la Sota entendió que era el momento de ampliar la base electoral y cortar riendas con la dirigencia en retirada. Acordó con Menem una libertad de acción que le daba al peronismo cordobés todo el poder para la toma de decisiones y abrió el juego.

Así nació Unión por Córdoba, que reunió al peronismo con el liberalismo de la Ucedé, el conservador Partido Demócrata Cristiano y el espacio desarrollista de Acción para el Cambio. Con el radicalismo obligado a adelantar las elecciones por la crisis económica, De la Sota ganó la contienda en 1998 y aprovechó la implosión opositora para empezar a tejer alianzas que fueron haciendo fuerte al todavía nonato cordobesismo en el interior provincial, históricamente dominado por el radicalismo, que en buena medida decidió dejar de enfrentarlo abiertamente. De esa manera fundó un modelo que sumó el apoyo de sectores del empresariado y la producción que, en alianza con el movimiento obrero organizado, sirvió para que la provincia sorteara la crisis de 2001 y se proyectara hasta el presente, con cuatro años más por delante de la mano de Martín Llaryora.

En toda esa tarea, el modelo cordobés fue ampliando su base electoral sumando a los emergentes movimientos sociales y a partidos de tendencia progresista que en un comienzo se pararon en las antípodas del proyecto de poder delasotista. “El Gallego” se enfrentó al kirchnerismo, tuvo su coqueteo con Mauricio Macri, hasta que encontró “un límite” en el modelo propuesto por el jefe del PRO e intentó un nuevo acercamiento con el peronismo nacional. Su muerte le impidió ser protagonista del proceso que terminó con el armado del Frente de Todos, al que Massa se sumó en 2019.

La vuelta
La gran mayoría de las figuras que trabajan con el massismo cordobés aseguran que, más allá de la buena relación, el ministro candidato siempre vio en De la Sota a “un referente”. Quienes vivieron la campaña de 2015 recuerdan la forma en que el tigrense consultaba de modo permanente al cordobés. “Lo escuchaba siempre con mucha atención. Por eso, entre otras cosas, Sergio conoce tan bien algunas cosas de la provincia, porque se las enseñó José”, cuenta a Letra P uno de esos dirigentes que reconoce en Massa a un continuador de la mirada política de De la Sota.

Quienes hilan un poco más fino, incluso advierten las coincidencias entre las propuestas de Massa y el propio Juan Schiaretti. “No son grandes diferencias, por eso estuvieron a punto de armar una alianza hace cuatro años”, señalan en referencia a la frustrada experiencia de Alternativa Federal, que unió a ambos con Miguel Ángel Pichetto y Juan Manuel Urtubey en la previa de las elecciones de 2019.

Por ese cúmulo de coincidencias, y en parte por esa historia en común, la militancia del massismo cordobés reivindica el perfil “delasotista” del candidato de Unión por la Patria. Más allá de los enfrentamientos coyunturales y los matices entre un peronismo mucho más alejado al modelo que instauró el kirchnerismo que el que propone el ministro de Economía, insisten en la posibilidad de alcanzar una síntesis que sirva para sumar voluntades que impidan que Javier Milei alcance la presidencia el próximo 19 de noviembre.

Como viene contando este medio, por goteo, dirigentes del peronismo cordobés empiezan a posicionarse al respecto para la segunda vuelta. Con Schiaretti y Llaryora a más de 13 mil kilómetros de distancia, esas manifestaciones continuarán durante la semana próxima con más intendentes y referentes que echarán mano al argumento de la tradición delasotista, pero también al riesgo que implica el candidato libertario para la continuidad de las ideas que siempre defendió el peronismo.

En las próximas horas también se confirmará una agenda de campaña que llevará a Massa a Córdoba y también sumará figuras nacionales que puedan representar ese anclaje común entre la transversalidad cordobesista y el proyecto presidencial del ministro. El 30% de los votos que el massismo imaginó originalmente para Córdoba empieza a quedar atrás y UP ve a la provincia mediterránea como una de las claves para construir la victoria en el ballotage.

Con informacion de Letra P.

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