Buenos Aires, en un limbo económico financiero

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La provincia de Buenos Aires, gobernada por el peronista Axel Kicillof, camina por el borde de un abismo económico financiero producto de las políticas de shock y la falta de definiciones del presidente Javier Milei. Sin idea sobre el dinero que le girará la administración central, con una esperada caída de la recaudación producto del enfriamiento económico, con la parálisis de la obra pública y el brutal impacto que produce en los bolsillos la inflación galopante, al Gobierno bonaerense se le hace imposible calcular los recursos necesarios para mantener el territorio en marcha. Tiene la certeza, sí, de que serán escasos. Está entre la motosierra y la pared de la Casa Rosada cerrada al diálogo. La preocupación se extiende a los municipios, sin distinción de colores partidarios, aunque por conveniencia política algunos intendentes evitan manifestarse públicamente.

En el decálogo de medidas anunciadas el 12 de diciembre por el ministro Toto Caputo, el caputazo, la reducción “al mínimo” de las -¿mal llamadas?- transferencias discrecionales que la Nación hace a las provincias fue un baldazo de agua fría para las jurisdicciones y particularmente para el grupo de las más afectadas, en el que se encuentra Buenos Aires, el distrito históricamente relegado en el reparto de la coparticipación federal.

El territorio gobernado por Kicillof aporta casi un tercio del PBI del país (el 40% si se deja afuera a la Ciudad, gobernada por Jorge Macri), pero recibe solo el 21,7% de los fondos coparticipables. La readecuación de ese reparto es un reclamo histórico del mandatario, aunque modificarlo es poco probable debido a que requeriría del acuerdo de todos los gobernadores. Así es que los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) se vuelven imprescindibles para el territorio de más de 300 mil kilómetros cuadrados de extensión en el que viven 17,5 millones de personas, el 38% del total del país, según el Censo 2022.

Al argumentar el recorte en los ATN, Caputo dijo que “son recursos que se han usado como moneda de cambio para intercambiar favores políticos”. Un funcionario de Kicillof con despacho en La Plata sostiene que, en realidad, esos fondos tienen “poco y nada de discrecionales” porque son parte de acuerdos y programas entre la administración central y las provincias. Qué pasaría si el gobierno de Milei rompiera esos acuerdos, se pregunta.
La misma fuente reconoce que no hay respuestas ni más receta que el mantenimiento del flujo de dinero que llega desde el gobierno nacional para hacer frente a las necesidades económicas domésticas, incluso pese a los mecanismos que la Provincia pueda poner en marcha para atemperar el impacto de una economía paralizada por decisión del Presidente y los estragos que hace la tiranía del mercado.
En números
Según un informe de la consultora Politikon Chaco, en base a datos del Ministerio de Economía y de los gobiernos provinciales, las transferencias discrecionales o no automáticas hechas por la Nación representan el 5,5% del total de los ingresos de los 24 distritos, aunque el impacto difiere según el caso.

Por ejemplo, esa masa de dinero representa sólo el 1,3% de los recursos totales de Neuquén, pero asciende al 8,1% en el caso de Buenos Aires. Según el Ministerio de Economía, aquel 5,5% representa el 0,7% del Producto Bruto Interno (PBI). El alcance de la motosierra de Milei en este rubro aún es incierto, pero se especula con que intente rebanar el 70% de esos giros.

Municipios, en alerta
En las intendencias, la preocupación crece al ritmo vertiginoso de la falta de norte de Balcarce 50. En un distrito ubicado en el noroeste bonaerense cuyo intendente reporta a las filas del PRO, reconocieron a Letra P que no tienen los instrumentos para hacer frente a los reclamos de aumento salarial de la planta municipal que se avecinan. “Están garantizados los sueldos de los próximos tres meses, pero de ninguna manera podremos dar incrementos a la par de la inflación”, describió un funcionario a cargo de las cuentas del municipio. Aseguró que en muchos otros viven una situación similar.

En una intendencia del conurbano gobernada por el peronismo se abrazan a la austeridad y reconocen que “no habrá otra que romper el chanchito” que supieron engordar en épocas doradas. La situación se repite en muchas otras, muchas de las cuales golpean las puertas de la gobernación pidiendo ayuda.

La recaudación municipal empieza a mermar y todos los consultados esperan una caída mayor, mientras que las subas de tasas dispuestas y el tijeretazo en gastos superfluos resultan nimios ante las consecuencias del ajuste.

Un capítulo aparte son las intendencias costeras que tienen en la temporada de verano el mayor ingreso de divisas para sobrellevar el resto del año. Los precios exorbitantes de los alquileres temporarios, de los alimentos y de las actividades recreativas combinados con los bolsillos flacos presagian una temporada flaca.

El intendente de Villa Gesell, Gustavo Barrera, pronosticó “una de las peores temporadas de los últimos años”. Y dijo que “había una perspectiva antes de los anuncios del DNU y otra después” del decretazo.

Capítulo Adorni
La feroz desregulación de la economía dispuesta por el Presidente empuja para arriba los precios de los alimentos. Esta semana, empresarios del sector cárnico coincidieron en que el valor del kilo de ese insumo básico en la mesa de las familias argentinas podría trepar a 20 mil pesos.

En su conferencia de este viernes, mientras en las puertas del hotel Libertador donde habita Milei militantes de Barrios de Pie se manifestaban golpeando cacerolas vacías, el vocero presidencial Manuel Adorni fue consultado sobre si el Gobierno prevé algún programa como el de Precios diferenciados o si piensa brindar algún tipo de beneficios. La respuesta fue contundente: “No vamos a intervenir en precios”.

Pese a dejar en claro que continuará la política de libre mercado, el excolumnista devenido portavoz intentó garabatear explicaciones. Reconoció la obviedad que el país vive un proceso inflacionario y que el incremento de precios “castiga al que menos tiene”, aseguró que el Gobierno “está utilizando todas las herramientas para proteger a los más vulnerables” y que está “abocado a exterminar, pulverizar” la inflación, pero no especificó de qué manera lo hará. “Atentos y preocupados”, dijo que están. ¿No más preguntas, Manuel?

Acuerdo legislativo y subas
En lo que fue su primera prueba de fuego en una Legislatura adversa, en el epílogo de 2023 el oficialismo bonaerense logró la sanción de la Ley Fiscal Impositiva, el endeudamiento y la prórroga de emergencia para 2024.

La sanción de la norma que le permitirá imponer aumentos del Impuesto Inmobiliario atados a la inflación es festejado por la administración bonaerense, aunque debió retroceder en los topes establecidos por presión de los bloques opositores: la iniciativa planteaba un piso de 140% y un techo de 300% para las partidas más altas, pero quedó en 130% y 200%, respectivamente.

En la negociación ganaron también los municipios, quienes obtuvieron el compromiso de la Provincia para la cancelación de la mitad de lo que se le adeuda. Ese dinero fresco le servirá a los intendentes para capear el temporal. La toma de deuda en pesos equivalente a U$S 1.800 millones servirá para pagar compromisos, algunos contraídos por la gestión de María Eugenia Vidal.

El acuerdo fue posible gracias a que levantó la mano la tropa PRO y la radical y un grupo de legisladores de La Libertad Avanza (LLA) en el Senado. El acompañamiento generó la queja de Milei. Los bloques opositores y los intendentes a quienes responde la gran mayoría de esas tropas en ambas cámaras ya sufren la motosierra del libertario y pese al acercamiento, entendieron las circunstancias.

Aquello de que Buenos Aires es una provincia inviable en términos económicos es una verdad relativa. Es uno de los motores de la economía del país, pero, al mismo tiempo, su funcionamiento adecuado depende de cuánto abra o cierre del grifo la Nación.

Podría decirse que con Milei no se puede, pero sin el Gobierno que él comanda tampoco. El nivel de ahorcamiento económico que pudiera ejercer sobre Kicillof es, al mismo tiempo, un arma de doble filo para el Presidente. Si aprieta demasiado, Buenos Aires podría volverse un polvorín. Y eso es políticamente inconveniente a ambos lados de la General Paz.

Con informacion de Letra P.

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