El mismo Milei de siempre protagonizó un discurso refundacional

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No dijo nada nuevo, pero fue un discurso refundacional. Javier Milei abrió las sesiones ordinarias del Congreso dando muestras de que tiene bien claro su objetivo: que su gestión sea vista como una bisagra en la historia argentina. Y para eso tuvo ingredientes para todos los gustos. Despotricó contra “la casta” y la herencia recibida, disparó contra todos los lugares comunes del kirchnerismo, fue mordaz con los “republicanos” en clara alusión a los radicales, pero al mismo tiempo se mostró abierto al diálogo con una sorpresiva convocatoria a un Pacto de Mayo con toda la dirigencia política.

A partir de ahora empieza un camino nuevo para la corta administración de Milei. Mientras, seguirá adelante con la política de fuerte ajuste fiscal deberá volver a sentarse con los gobernadores y los legisladores de la oposición para alcanzar puntos de acuerdo. Porque uno de los puntos más importantes que dejó su discurso es que anticipó que el primer paso antes de llegar el 25 de mayo para la firma de ese pacto en Córdoba será convocar a todos los gobernadores a la Casa Rosada “para firmar un preacuerdo y sancionar tanto la ley bases como un paquete de alivio fiscal para las provincias”.

Después de semanas de extrema tensión con los gobernadores, con varios de ellos presentando demandas ante la Corte Suprema, el presidente volvió a hablar de alivio fiscal para las provincias. Después de cortar las partidas discrecionales, el Fondo Nacional de Incentivo Docente y el fondo compensador del transporte, entre otros, empezará el momento de negociar (esa palabra maldita para Milei) como se le abre el grifo a las asfixiadas cuentas provinciales. 

Allí se verá si hay puentes de diálogo reales o si el presidente se niega a dar algo a cambio. Se verá también si los 10 puntos del Pacto de Mayo son conversables o ya son las letras talladas en piedra que emparenta con Moisés. Es que gran parte del discurso lo dedicó a levantar el muro que intentó derrumbar con la convocatoria. “No negociamos el cambio y vamos a cumplir la promesa que le hicimos a la sociedad, con o sin el apoyo de la dirigencia política. Lo haremos con las herramientas que nos puedan brindar o lo haremos únicamente con los resortes legales del Poder Ejecutivo, como venimos haciendo hasta ahora. Porque nosotros cuando nos encontramos con un obstáculo, no vamos a dar marcha atrás, vamos a seguir acelerando”, definió. 

En paralelo, además, le marcó la cancha a casi todos los sectores del mapa político. Los mismos a los que convoca al diálogo. Un diálogo por el que aclaró que no tiene “demasiadas esperanzas”, aunque los desafió a que le demuestren que está equivocado. Catalogó a Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner como “los jinetes del fracaso”, mencionó a Cristina Fernández de Kirchner como la “responsable de uno de los peores gobiernos de la historia”, y no faltó el dardo a “Roberto Baradel y sus amigos” por “usar a los estudiantes como rehenes”. Pero también apuntó, sin nombrarlo, a Gerardo Morales por las polémicas detenciones en Jujuy de dos personas por tuitear en su contra y aseguró que “ofende el silencio de aquellos que se dicen republicanos”, en clara alusión a sus correligionarios. Y si alguno se quedaba afuera habló de una “casta privilegiada que vive como si fueran monarcas” y dijo que “seis de cada diez argentinos son pobres, mientras la mayoría de los políticos como muchos de ustedes son ricos”.

En términos comunicacionales y políticos, el discurso de Milei tuvo la misma lógica que viene teniendo desde la campaña electoral: él le habla a la sociedad. Su diálogo más fluido es siempre con la gente que lo votó en el balotaje y que espera que cumpla con la principal promesa, que es la de equilibrar la economía y poner en marcha un sendero de crecimiento sostenido. Y que según las encuestas todavía le da un tiempo para que logre resultados.

Por eso, para que no queden dudas del punto de partida de su gobierno, hizo un crudo resumen de la herencia recibida. Mezcló cuestiones de macroeconomía, con narcotráfico, salud, educación y pobreza, todo atravesado por constantes referencias a la “casta privilegiada”, al punto tal de que otro de los grandes anuncios fue el envío al Congreso de "un paquete de leyes anticasta". Y lo resumió con sus diatribas contra el Estado, al que tildó de “inoperante, quebrado” y que “no puede cumplir sus funciones básicas”. Eso es lo que le dice a la sociedad que quiere cambiar.

Pero para la política el mensaje también fue el mismo que se viene escuchando: se suben o se quedan abajo. El tramo final del discurso de una hora y once minutos fue contundente en ese sentido: “Quiero ser claro acerca de la naturaleza de esta convocatoria: nuestras convicciones son inalterables. Ordenaremos las cuentas fiscales de la Argentina con o sin la ayuda del resto de la dirigencia política". Y incluso aventuró que "si el resto de la política acompaña, lo haremos más rápido y mejor, con menor costo social y mayor costo para quienes viven de este sistema". "Si el resto de la política acompaña las reformas que implementaremos tendrán un carácter más duradero y en consecuencia, generarán mayor seguridad para los actores económicos locales y extranjeros, lo cual redundará en acelerar el crecimiento económico, la caída de la pobreza y la mejora del bienestar”, concluyó.

Fue un Milei puro pero con señales de que está dispuesto a sentarse con los mismos a los que defenestra. Un Milei que se muestra como un estadista cuando dice que ellos no gobiernan “para ser populares” y que “la búsqueda de popularidad es un mal consejo para un líder”. Pero un Milei que, al mismo tiempo, necesita seguir siendo popular para poder gobernar tensionando con el resto de la política. Porque si la convocatoria al diálogo no avanza ya anticipó lo que pasará: “Si lo que buscan es el conflicto, conflicto tendrán”.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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