Los presidentes Donald Trump y Javier Milei comparten el hecho de no ser políticos profesionales, ser disruptivos y enfrentar al establishment político-económico de sus respectivos países. Comparten también una mirada de Occidente absolutamente contraria a la impulsada por el gran capital, las tecnológicas, la industria cultural global y los centros globales de poder. Es decir, no están de acuerdo con el Globalismo ideológico expresado en el control social, el feminismo militante, el ambientalismo ideológico, la cultura woke, LGBT, etc.
Comparten además una mirada clásica occidental, es decir, una mirada basada en el humanismo cristiano, los valores greco-romanos y un optimismo imparable respecto del hombre y sus capacidades. Cada uno con sus matices, Trump enfocado en restablecer el rol del Estado como estratega del desarrollo y Milei en sacar al Estado del medio, han alcanzado la confianza de sus naciones para restaurar el daño realizado por años de socialismo elitista.
Javier Milei aporta a la relación su figura militante de alcance global y su capacidad de penetrar fronteras con su discurso y sus redes. Trump, por su parte, podría aportar a Milei y a la Argentina dos cosas decisivas: el financiamiento necesario para levantar el cepo cambiario, lo cual significaría el ingreso masivo de capitales tanto nacionales como extranjeros y la habilitación para que la Argentina se convierta en un jugador global en el mercado energético (petróleo y gas) y en el mercado minero.
En efecto, sólo venden libremente sus recursos energéticos los países que acuerdan con EEUU. Los países en desacuerdo, no pueden vender con normalidad como es el caso de Venezuela, Libia, Irak, Irán y Rusia. Ya sea por sanciones o por ataques directos, ninguno puede vender libremente sus activos. Esta amistad estratégica entre los dos presidentes, es una oportunidad histórica para que nuestro país retome la senda del desarrollo y su reinserción como jugador regional y global.
CON INFORMACION DE MDZOL.COM