Gill se abraza al intendentismo y saca pecho en el armado de Llaryora

POLÍTICA - CÓRDOBA Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias

A un mes de las elecciones provinciales, los primeros festejos cordobesistas no sólo representaron un respiro para Martín Llaryora, que pudo celebrar por primera vez desde que fue ungido como candidato a gobernador de Hacemos Unidos por Córdoba. Desde la lectura abierta de la alianza transversal que propone el peronismo, también el villamariense Martín Gill fue otro de los ganadores en el primer superdomingo electoral mediterráneo.

Luego del traspié que significó la derrota del oficialismo en Corral de Bustos, el intendente de Villa María participó de las victorias que se sucedieron en Cruz Alta, con la reelección de Agustín González; y en Laguna Larga, con la de Matías Torres. Los hombres de su espacio también se impusieron en Cintra (Enrique Méndez Paz) y Lozada (Franco Oviedo).
En el entorno del exsecretario de Obras Públicas destacan la importancia de las administraciones que lograron la reelección automática en Idiazabal, Colonia Bismarck y Benjamín Gould; y se anotan un punto que la oposición vendió como propio. “Más allá de que fue con el sello de la UCR, el intendente de Capilla de Sitón, Mario Centurión, viene trabajando con nosotros desde hace mucho tiempo”, destacan.

Todas las reelecciones que factura el espacio de Gill se lograron con porcentajes que superaron el 60% de los votos, algo que en el imaginario del oficialismo provincial será la tendencia de las próximas semanas.  El latiguillo “gestión mata cambio” aparece casi como la fórmula del éxito que se quiere hacer fuerte ante el discurso opositor, que se concentra en la crítica a las administraciones provincial y nacional.


Con todo, el gillismo también pone el acento en la importancia que vecinos y vecinas de cada una de las localidades le dan al trabajo de gestión que, destacan, “se lleva adelante en conjunto con el gobierno provincial y el gobierno nacional”. Suman datos y también celebran contundentes triunfos en Los Mistoles, donde Gisela Becerra se impuso con 74% de los votos, y en Punta del Agua, donde María Emilia Rodríguez alcanzó el 81%.

La polarización
“Esto es para todos iguales. En donde gobierna el radicalismo o el vecinalismo también es muy difícil generar un cambio de mando. Si la gestión es buena, no hay con qué darle. La gente tiene muy en claro qué es lo que vota”, dicen en el cordobesismo. Esa quizás sea la idea madre en la que coinciden todos los sectores del amplio espectro que hoy se acomoda detrás de la candidatura de Llaryora.

Pese a estar de acuerdo con la lectura, Gill y su equipo identifican un fenómeno que relativiza esa predominancia de la gestión sobre el resultado electoral. “La elección se polarizó y en localidades donde había tres o cuatro listas ahora hay dos”, advierten y resumen el desafío: “En todos esos lugares, tenés que pensar en sacar el 50% de los votos, o al menos llegar muy cerca de eso, para pensar en ganar”. Eso, dicen, sucedió en Corral de Bustos, una ciudad ubicada en una de las zonas más complicadas para el peronismo provincial, el sudeste cordobés en el que se juntan los departamentos Marcos Juárez y Unión.

Un mejor ejemplo para graficar ese escenario de riesgo lo aporta la ciudad de Coronel Moldes. Allí, Juntos por el Cambio logró el 30,65% de los votos; mientras que Unidos por Moldes, el 29,25%. El Movimiento de Integración para el Desarrollo, respaldado por la agrupación juvenil de origen delasotista, La Militante, sumó el 26,10%. Se dividió el peronismo y ganó la oposición. “Ese es un desafío que Llaryora como gobernador deberá afrontar y consiste en garantizar la unidad por sobre todo. Hay zonas en las que no hay referencias territoriales con el consenso suficiente para hacerlo y pasan estas cosas, son errores que no se pueden repetir”, aseguran en el peronismo provincial.

El factor municipalista
En su paso por Obras Públicas entre 2019 y 2021, Gill supo tejer una red de gestión junto con los intendentes que rápidamente derivó en un armado político que puso en valor para sentarse a la mesa de la discusión provincial e imponer sus condiciones. Uno de los acuerdos consistió básicamente en exigir respeto por su cercanía con las autoridades nacionales, algo que sigue defendiendo y que revaloriza cuando analiza los resultados positivos en cada una de las regiones del territorio.

“Hay lugares en los que las obras del gobierno nacional explican gran parte del éxito de las gestiones”, afirman en su entorno y buscan dejarlo asentado en la comparativa electoral. En 2021, con victorias de Juntos por el Cambio, el Frente de Todos le ganó al entonces Hacemos por Córdoba, con las listas que encabezaron Gill para Diputados y Carlos Caserio, para el Senado, tanto en Cruz Alta como en Laguna Larga, dos de los municipios más grandes que se retuvieron el domingo.

En el gillismo también destacan la reelección automática de Juan Pablo Vassia en Idiazabal. Definido como “un intendente muy importante para la estructura y el trabajo en la región”. Vassia comanda la Comunidad Regional del Departamento Unión y tiene una fuerte impronta en una de las zonas históricamente complejas para los armados justicialistas.

En ese tipo de referencias se apoya la confianza de Gill y su equipo, que imagina un protagonismo creciente en una eventual gestión de Llaryora de la mano de su aporte para lo que suponen un triunfo final en la elección provincial del 25 de junio. El villamariense sabe que, más allá del peso específico por su trayectoria y por gobernar una de las ciudades más grandes de la provincia, el apoyo transversal de intendentes e intendentas resultó un factor definitivo para que su par capitalino decidiera insistir para sumarlo a su equipo.

Por eso el próximo domingo, entre los casi 90 procesos electorales que se activarán en el interior provincial, observará con mayor atención las elecciones que se llevarán adelante en Amboi, Villa Ciudad Parque, Villa Quillinzo, Buchardo, Arroyo Cabral, Estancia Vieja, Sampacho, Anisacate, Pueblo Italiano y San Antonion de Litín.

Como en el llaryorismo más puro, entienden que llegar a la elección provincial protagonizando una racha ganadora es importante, aunque también saben que, tal como lo ordenó la estrategia, el aporte definitivo será el que se ponga en juego el día en que la fórmula que integran Llaryora y la radical Myriam Prunotto podrá aprovechar el empuje local de los jefes y jefas comunales; y, a su vez, las autoridades municipales aprovecharán el arrastre que, se supone, generará la dupla oficialista.

Un “todos ganan” con los pies en el territorio y la mirada en el horizonte.

Con informacion de Letra P, sobre una nota de Cesar Pucheta.

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