El lado B de la suba de precios: por qué el Gobierno y hasta la oposición están a favor de la alta inflación

POLÍTICA - ECONOMÍA Gabriel Rubinstein para Iprofesional
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Todos dicen que es un flagelo y que habría que terminar con ella. Pero obran como si en realidad los importara poco y nada el asunto. Reparemos en algunas cuestiones: 

1. Excepto para algunos "terraplanistas", está claro para la profesión de economistas, que, si el déficit fiscal primario es del orden del 3,5% del PIB, similar a la expansión de Base Monetaria por motivos fiscales, girando la Base Monetaria en torno al 7,0% del PIB, y éste, se mantiene más o menos constante (bajó 10% en 2020, subiría este año 9%), la presión inflacionaria de índole monetaria o de índole macro, es del orden del 50% (3,5 / 7,0). No importa para este cálculo si primero van aumentando precios, salarios o dólar, y luego el BCRA lo convalida, o primero se expande la Base Monetaria (por el déficit fiscal), y salarios, dólar y precios van "bailando" al compás.
2. Esta claro asimismo que esa expansión monetaria de origen fiscal es la que permite cerrar las cuentas fiscales. Para el Tesoro es una "fuente de recaudación", como si fuera el IVA o Ganancias.
3. El mecanismo por el cual la gente se ve obligada a tener más dinero en sus bolsillos, porque aumentan los precios, y por tanto se erosiona el valor de la moneda, es lo que da origen al llamado "impuesto inflacionario". A veces escucho, cuando pregunto a alguien "¿qué es para vos el impuesto inflacionario?", que me responden: "Es el proceso por el cual la recaudación de impuestos aumenta por IPC y los gastos menos que el IPC". O también: "Es el proceso por el cual los salarios crecen menos que la inflación". Ambas cosas son ciertas en la actual situación, pero nada tienen que ver con el concepto de impuesto inflacionario. Dicho de otra manera: la recaudación y el gasto podrían indexarse de la misma manera, y los salarios estar perfectamente indexados al IPC, y el impuesto inflacionario seguiría igual, "recaudando" lo mismo.
4. Ese impuesto inflacionario, es decir la erosión del poder del dinero, y la necesidad de la gente de "reponer" sus tenencias reales de dinero, es el que permite cerrar las cuentas. Bajar a cero el impuesto inflacionario, y subir en forma equivalente otros impuestos, o bajar gastos, a nivel "macro", es lo mismo. No produce per se, ningún proceso recesivo adicional.
5. De modo que cuando alguien dice: "Eliminemos el impuesto inflacionario, y sustituyámoslo por otros impuestos o baja de gastos", simplemente está diciendo: "seamos civilizados, y cerremos el déficit fiscal de manera no inflacionaria, como hacen casi todos países del planeta".
6. En tal sentido, el llamado "ajuste fiscal", que tanta pavura despierta en los políticos, especialmente en los que se autodenominan "progresistas" (sic), no conlleva ningún efecto recesivo en sí mismo. Se trata de cambiar un impuesto por otros, como si se bajara el IVA y aumentara el impuesto a las ganancias o Ingresos Brutos. Nadie debería asustarse; ni el gobierno, ni los políticos en general, ni la gente.
7. Sin embargo, eso no quiere decir que sea sencillo para la política dirimir la cuestión, subiendo impuestos o bajando gastos. Por ejemplo, si se quisiera eliminar el impuesto inflacionario (que paga todo el mundo) por el IVA (que también paga todo el mundo), habría que duplicar la tasa de IVA (p.ej del 21% al 42%). Esto no es aconsejable, tanto por su impacto inflacionario inmediato (del orden del 13%), como por el hecho de que aumentaría muchísimo la evasión del IVA y la informalidad.
8. Entonces cuando se repasan todos los impuestos y todos los gastos, vemos que hacer un ajuste del 3,5% del PIB, "de un saque", no es fácil. No por los efectos recesivos. Sino por las restricciones ideológicas y políticas existentes. Entonces, se hace más fácil continuar cobrando altos niveles de impuesto inflacionario.
Veamos entonces algunas cosas que dicen los políticos:

1) "No aumentaremos ningún impuesto. Pero queremos que baje drásticamente la inflación". Están diciendo implícitamente que habría que bajar gastos por 3,5% del PIB en forma inmediata: ¿subiendo tarifas 400%? (dicho sea de paso, imperdonable que Macri, habiendo hecho esto, y pagado el consiguiente costo político, no lo haya aprovechado para eliminar el déficit fiscal). ¿Acaso están pensando en echar a decenas de miles de empleados públicos estatales (sobre todo en provincias y municipios)? ¿Bajando drásticamente jubilaciones? No lo explicitan. Y, por tanto, esa expresión termina siendo demagógica.
2. "Hay que prohibir que el BCRA emita dinero para el Tesoro". OK, ¿subiendo fuertemente impuestos? ¿Bajando fuertemente gastos? ¿Cuáles impuestos? ¿Cuáles gastos? Si la respuesta es vaga (al estilo de "bajar el costo de la política", lo cual estaría muy bien por el ejemplo que implica, pero no por el ahorro "macro" que produce), se está invitando a que el Tesoro y las provincias vuelvan a emitir cuasi monedas. No es por ahí.
3. "Vamos a ir contra los formadores de precios para bajar drásticamente la inflación". ¡Una gran zonzera! Ningún economista serio puede pensar que la inflación tenga algo que ver esto. Una economía más concentrada que otra tiende a producir precios más altos, pero no más inflación. Y, además, ninguna evidencia de que el mercado argentino sea más concentrado que por ejemplo que el de Chile o Brasil, que tienen una inflación muchísimo más baja que las nuestra.
¿Qué podemos concluir de todo esto?

Que en realidad el discurso "lógico" que deberían decir los políticos se acercaría más al siguiente: "Compatriotas, sabemos que la alta inflación es un problema, y un impuesto que castiga a todos los tenedores de pesos. Pero no estamos en condiciones de suprimirlo. No podemos ponernos de acuerdo en qué impuestos habría que subir: de hecho, muchos de nosotros, los políticos, pensamos que habría que bajarlos. Y tampoco nos ponemos de acuerdo en que gastos podrían bajar. De hecho, muchos de nosotros, quisiéramos subirlos más. Por lo tanto, hasta que estas discusiones puedan ser zanjadas, no tenemos más remedio que cobrarles una tasa muy alta de impuesto inflacionaria. Haremos todo lo posible para avanzar en acuerdos que permitan ir bajando este impuesto, y de la forma más rápida posible. Buenas noches".

Este sería un discurso más apropiado. Más honesto. Y entonces, sigan trabajando (o mejor dicho, comiencen algún día a hacerlo), en buscar consensos para cerrar el déficit fiscal. Repito: el ajuste fiscal no es recesivo. Sí, es doloroso. Tiene más nombres y apellidos que el anónimo impuesto inflacionario, que todos pagamos. Un impuesto miserable, pero que, por ahora, goza de gran consenso de nuestra clase política. Tanto del gobierno como, lamentablemente, también de la oposición (obviamente, hay excepciones).

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