





La semana pasada, Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, afirmó lo siguiente: “Me dijeron, no sé si es verdad, que hay más de 200 mil millones de dólares bajo el colchón y Dios sabe dónde. Si ese dinero se invierte en Argentina, imaginen lo que sería ese país”.

Supongamos que Kristalina no tenía esa información como economista que sigue a la economía de casi todos los países del mundo.
Lo primero que tendría que haber hecho Georgieva al recibirla, no era proponer que se invierta en Argentina, sino preguntarse: ¿por qué los argentinos tienen los dólares bajo el colchón o en el exterior en vez de depositarlos en un banco en Argentina o bien invertirlos en actividades productivas?
Evidentemente, la Gerente General del FMI desconoce una cuestión básica de economía que se llama: economía e instituciones. Sin instituciones previsibles, no hay inversión posible.
También desconoce que en Argentina existió un plan BONEX a fines de 1989 que consistió en el canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo en dólares y en australes (la moneda de ese momento) tanto en cuentas corrientes como en depósitos a plazo fijo por bonos a largo plazo emitidos por el Estado nacional, conocidos como BONEX 89. Estos bonos tenían vencimiento a 10 años, pagaban una tasa de interés en dólares y se podían negociar en el mercado secundario.
También desconoce que en Argentina hubo un corralito en el 2001 por el cuál la gente no podía retirar sus dólares o pesos de los bancos, salvo $ 200 pesos de aquel momento, por cajero automático.
Luego vino Duhalde y aplicó el corralón, que estableció la pesificación asimétrica, a muchos ahorristas se les entregaron bonos del Estado Nacional a varios años como forma de compensación parcial y los depósitos no fueron liberados inmediatamente; fueron devueltos en cuotas y en muchos casos en títulos públicos.
También Kristalina desconoce que en 2008 el gobierno de los Kirchner confiscó los ahorros que teníamos en las AFJP. Cabe recordar que cuando el gobierno cerró las AFJP, no lo hizo para que todos fuésemos al sistema de reparto. El gobierno de Cristina Kirchner podría haber devuelto a cada persona que tenía sus ahorros en las AFJP sus ahorros y volver al sistema de reparto. Pero no hizo eso. Se quedó con la plata de lo que habíamos ahorrado y creó el Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
En definitiva, Cristina Kirchner fue por esa caja para hacer populismo y sin piedad se apropió de los ahorros de millones de persona.
También podríamos remontarnos a la época de Alfonsín cuando inventaron el ahorro forzoso que fue un impuesto anticipado sobre los ingresos de las personas físicas.
Básicamente:
Se descontaba un porcentaje del sueldo (entre el 3% y el 6%, según el ingreso.
Ese dinero era retenido obligatoriamente por el Estado.
El gobierno prometía devolverlo más adelante, en forma de bonos o mediante devolución directa, cosa que nunca ocurrió.
Con estos ejemplos basta, aunque se podría agregar el efecto que tuvo el rodrigazo de 1975 sobre los ahorros privados.
Cuando en un país el Estado confisca sistemáticamente los ahorros del sector privado, la gente pone sus ahorros en un lugar seguro. Ese lugar seguro es ponerlo lejos de la mano del Estado.
Pero no fueron solo las confiscaciones las que hicieron que los ahorros fueran al colchón o al exterior. También la voracidad fiscal hizo que buena parte de la economía operara en negro y, por lo tanto, no fueran al sistema financiera y buscaran refugio en el exterior.
Este populismo hizo que el ahorro de los argentinos fuera a parar bajo el colchón o bien se depositara en cuentas en el exterior.
El curioso resultado que generó este tsunami de confiscaciones de ahorros por parte del Estado, fue que los argentinos buscaron refugio en bancos americano o de países desarrollados.
No fueron a depositar sus ahorros en bancos cubanos, venezolanos o nicaragüenses. Fueron, en gran medida a bancos norteamericanos. Con lo cual, el populismo logró que nosotros, que somos un país decadente, terminemos financiando el consumo y la inversión de los países desarrollados. Un verdadero disparate.
Pero Georgieva dice: “Si ese dinero se invierte en la Argentina, imaginen lo que sería ese país”.
Nuevamente, Georgieva debería saber que en Argentina el que arriesga sus ahorros en una fábrica de salchichas, después tiene que enfrentar la carga tributaria nacional, la provincial y la municipal.
Además, enfrentar a una dirigencia sindical que le hará la vida imposible ante la mirada indiferente del Estado y de jueces laborales que consideran que el que genera trabajo es mala persona y el que es trabajador siempre es víctima del empleador.
Que para importar insumos todavía tiene que seguir pidiendo autorizaciones al Banco Central.
Que, si exporta, tiene la obligación de ingresar sus divisas en un plazo corto y venderlos a un precio menor al de un mercado libre, dado que el mercado de cambios sigue teniendo regulaciones que hacen que la banda cambiaria entre US$ 1.000 y US$ 1.400 es una banda arbitraria y no libre.
Basta preguntarse: ¿cuál sería la cotización del dólar si los exportadores no estuvieran obligados a ingresar los dólares como manda la ley penal cambiaria? Ley que debería ser derogada de inmediato.
Agreguemos una infraestructura que hace caro el transporte de mercaderías y la imprevisibilidad en las reglas de juego, y tenemos el combo perfecto para que la gente guarde sus ahorros debajo del colchón, los deposite en bancos en el exterior y no quiera invertir en Argentina.
En definitiva, en Argentina el que invierte, arriesga su capital y tiene ganancias, por lo menos es sospechoso. El empresario es visto como una persona avara y explotadora de los trabajadores.
Mientras esta mentalidad no cambie. Mientras el Estado siga confiscando los ahorros de la gente y siga matando con impuestos a los empresarios y personas físicas, Argentina va a tener bajas chances de crecer.
Por ahora, dejemos de lado cómo este mismo gobierno señaló con un dedo a un par de empresas que subieron los precios. Es decir, el típico gobierno populista que señala al empresario como el culpable de la inflación. Un comportamiento típico al estilo Moreno o Kicillof de un gobierno que se autodenomina pro mercado.
Pero insisto, esto queda para otra oportunidad.
CON INFROMACION DE INFOBAE.






Milagro Argentino: Ya sin cepo, la inflación controlada, el país creciendo y la pobreza en franco descenso

