Los temores que ya multiplican la peregrinación a Cumelén

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El PRO vive en pánico en estos días más que nunca. No es el único partido de Juntos por el Cambio que analiza con temor la marcha de los acontecimientos que rodean al Gobierno de Javier Milei. El ritmo de la votación de la ley ómnibus (o lo que quede de ella) se transformó en un termómetro implacable del nivel de gobernabilidad que pueden tener de ahora en más los libertarios, en medio de una crisis económica que no deja de mostrarse implacable para el bolsillo de los argentinos y la vida económica del país.

Las discusiones y negociaciones que se dieron, dentro y fuera del recinto de Diputados, dieron algunas muestras preocupantes de la ausencia de peso específico para negociar en los hombres de Javier Milei. El presidente, desde la Residencia de Olivos, habla con pocos y aparece inflexible en sus declaraciones en redes. Todo eso hace más difícil saber por donde pasa el límite de las decisiones hoy en la Argentina.

En estas últimas 72 horas el panorama se volvió más desalentador. La ley ómnibus y el Decreto de Necesidad y Urgencia fueron anunciados como la columna vertebral del programa de gobierno de Javier Milei, pero las podas que fue teniendo cada día transformaron el centro del debate. Pocos argentinos pueden comprender hoy que quedó en realidad de todo ese monstruoso articulado original y cual será su impacto como ley en la vida diaria de los ciudadanos de a pie; la discusión hoy pasó conformar una cuenta casi quirúrgica donde lo único que importa es saber numéricamente cuanto de ese proyecto original quedará en pie. En los números finales, habrá poco con relación al original. Más que una votación, el debate en la Cámara de Diputados parece una carnicería legal.

El contexto tampoco ayuda. Cada día al final de la sesión y después de pasar a un cuarto intermedio los diputados salen a la calle y son agredidos por los manifestantes. Sucedió el primer día de sesiones con Ramiro Marra y el jueves volvió a repetirse. Hasta Martín Tetaz; Lilia Lemoine; Fernando Iglesias; y el propio Máximo Kirchner, en este último caso después de haber salido a la calle a solidarizarse con la protesta, fueron agredidos. No hubo distinción.


El clima tenso viene acompañado de la falta de peso específico para negociar en La Libertad Avanza y una parálisis de gestión que preocupa cada día mas. La realidad agobia: esta semana todos los sectores, casi sin excepción, salieron a pedir auxilio y avisar que la suspensión de actividades, de personal, los problemas en la cadena de pago, el parate en la producción y la presión social (sobre todo) comienzan a volverse intolerables.

En este contexto, la imagen de la política argentina, además, se trasladó a otra geografía. El country Cumelén, en Villa La Angostura, volvió a transformarse en la meca de desesperados temerosos de la falta de gobernabilidad. Mauricio Macri atiende allí en su casa, escucha y da ordenes. Junto a él, desde Buenos Aires, Miguel Pichetto articula acciones para salvar la gobernabilidad.

Esa es la imagen que muestra hoy ese sector de la oposición que juega ayudando al Gobierno, pero más a intentar frenar la chance de un caos en el Estado que amenaza a todos los sectores. Macri y Pichetto actuaron directamente en el debate del Congreso para salvar la ley de un desastre legislativo. Ese es el sentido directo de las negociaciones y los cambios que terminaron en la aplicación de una "motosierra" pero sobre el articulado de una ley que, de otra forma, hubiera naufragado por completo.

Mauricio Macri cree que existe un riesgo cierto de que al país se le escapen otros cuatro años en medio de una crisis de gobernabilidad que traería a escena nuevamente fantasmas del pasado cercano. Varios macristas de pura cepa llamaron directamente a Luis "Toto" Caputo con la preocupación de ver un ministro que solo apunta a lo financiero y no mira las señales preocupantes que muestra la economía real y la gente que se enfrenta con temor a las góndolas de los supermercados y las facturas de servicios, medicina o transporte que llegan cada día. A Caputo el macrismo lo conoce de sobra y por eso muchos no entienden el cambio de un ministros que hace años era silencioso, mesurado y táctico y ahora se muestra como un guerrero incontenible en la red X.

El Gobierno no ayuda y desde Cumelén creen que ante la falta de acción debe unificarse una ventanilla de negociación con la Casa Rosada. El macrismo está convencido que si no se organiza una suerte de cogobierno con cambios será difícil que la estructura comience a funcionar, porque uno de los problemas esenciales hoy es que el Estado parece paralizado, sin gestión y sin acción. En la concepción de Macri de ayuda a la construcción de gobernabilidad, además, no entra Nicolás Posse, a quién no quiere adentro del Gobierno. 

Hay movimientos que no ayudan. El nombramiento de Daniel Scioli en la Secretaria de Turismo, no solo llegó 60 días tarde cuando el daño en la industria del turismo ya es evidente, sino que además impactó en la epidermis política de los acuerdos de apoyo del PRO a Milei. Para algunos pasó desapercibido, pero la llegada de Scioli produjo inmediatamente la renuncia del subsecretario de Deportes que había sido designado antes, Ricardo Schlieper, un hombre con reporte directo a Macri.

Es solo una prueba del conflicto interno que, además, enfrentan macristas, radicales y hasta algunos integrantes de la Coalición Cívica que quieren ayudar al Gobierno, pero dentro de los límites de la racionalidad.

 Algunos de sus diputados hablaron en el recinto de la Cámara defendiendo la ley ómnibus con mucha más pericia que cualquier integrante del bloque de La Libertad Avanza. Esa buena voluntad responde también a las negociaciones que aun continúan entre gobernadores y la Casa Rosada. No es fácil: en algunas ocasiones las idas y vueltas de los mensajes que les llegan desde el Gobierno y luego son desmentidos parecen precipitar nuevas crisis, como sucede con Guillermo Francos. En esos términos, a veces parecería instalarse la idea de que hasta Axel Kicillof, en posición crítica y casi sin negociar, mantiene más fuerza que los aliados. Son imágenes que, si continúan repitiéndose, terminarán complicando aun más la paciencia que muchos aun mantienen.

Con informacion de MDZOL.com

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