El plan de Milei detrás de la convocatoria al Pacto de

POLÍTICA Federico Mayol*
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“En cualquier dirección, pero Javier siempre va a más. Nunca a menos”, aseguró un estrechísimo colaborador del presidente. Faltaba poco más de una hora para el primer discurso de inauguración de sesiones ordinarias de Javier Milei. Las versiones en torno a una amplia convocatoria por parte del jefe de Estado, una especie de “gran acuerdo nacional” anticipado el jueves por este medio, eran cada vez más insistentes. “¿Hay que interpretarlo como un cambio radical en la estrategia del gobierno?”, preguntó Infobae al mismo asesor mientras el Congreso empezaba a poblarse. “No. La estrategia es una sola. Lo demás es táctica”, respondió el funcionario.

El viernes, Milei cambió su táctica, ubicó en tiempo y espacio la posibilidad de un estruendoso acuerdo multipartidario para dentro de casi tres meses, pero no modificó sus objetivos: aún cuando invitó al diálogo, el mandatario aclaró que no está dispuesto a corregir el rumbo de su programa fiscal. “Tenemos sed de cambio, depongan las armas”, tiró, una frase típica impregnada en su ADN. “Javier siempre duplica”, confirmaron sus colaboradores.

El Presidente no prevé deshacer su esquema de toma de decisiones -a pesar de que alistó a Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, un reacio de la política, a negociar con los gobernadores, al que sumó a Guillermo Francos, satisfecho con un anuncio que le da más aire-, ni su estilo agresivo de liderazgo, bien unipersonal, basado en la construcción de una muy eficaz política de comunicación que este viernes exhibió otro capítulo exitoso en la puesta en escena parlamentaria, supervisada por Santiago Caputo, un asesor decisivo y cada vez más influyente en la gestión de gobierno. Sentado en primera fila -muy a gusto con la función-, en uno de los palcos principales, el consultor fue televisado en primer plano, de manera premeditada, en reiteradas oportunidades, por la transmisión oficial.

El jefe de Estado, por el contrario, sí planea una confluencia electoral con el PRO de cara al próximo año. Su presentación del viernes fue bien recibida por ese espacio, que le exigía señales de distención para proyectar una hipotética fusión, mucho más formal que las notorias coincidencias ideológicas.

Casi nadie sabía el contenido exacto del texto presidencial. Solo Karina Milei y Caputo. Un puñado de funcionarios y colaboradores conocían algunos trazos gruesos, y habían podido dilucidar que la “sorpresa” que el propio mandatario adelantó sin ningún detalle en la reunión del miércoles con los diputados de su bloque podía estar relacionada con una invitación a los gobernadores a un acuerdo político, un giro brusco en la relación entre la nación y las provincias.

Milei y su mesa chica, reprobados por buena parte del arco político por la ejecución de las decisiones de gobierno, por el fracaso parlamentario de la Ley Ómnibus y la falta de interlocutores con los bloques dialoguistas, vieron la oportunidad. Y avanzaron en estricta reserva, para desactivar la rebelión de los jefes provinciales con la promesa de una suerte de “alivio fiscal” -ayer, se especulaba con la reactivación del proyecto de Ganancias- que desanude el agobio que sufren las provincias a cambio de la aprobación de la fallida ley de Bases. Y ofrecer, en paralelo, una excusa formal a los espacios aliados que hace tiempo piden a gritos una convocatoria formal para colaborar con el Ejecutivo, incómodos con el nuevo mapa del poder.

“¿Quién puede decir que no a firmar el Pacto de Mayo?”, se preguntaron en Casa Rosada, minutos después del discurso del viernes, del golpe de efecto bien logrado mediante el cual el Presidente convocó a los gobernadores, a ex presidentes y a jefes partidarios a la rubrica de un acuerdo nacional de 10 puntos que, antes de la medianoche, ya había cosechado la adhesión de Mauricio Macri y su primo Jorge, de casi todos los mandatarios provinciales del PRO y de la UCR y de buena parte de sus colegas del peronismo del interior, con excepción de los jefes provinciales identificados con el kirchnerismo.

“No sabíamos nada. Nos enteramos ahí. Habíamos ido con el casco, por las dudas”, se sinceró un gobernador del PRO que siguió la apertura de sesiones desde el recinto e identificó especialmente como Caputo, el asesor, el arquitecto del relato, aprobaba cada intervención presidencial desde los balcones.

“Se dieron cuenta que así no funcionaba, que no iban para ningún lado, recapitularon, y estuvieron bien”, analizó otro gobernador destacado que enseguida aceptó la invitación a través de las redes sociales. Pero el Presidente no podía, o no pretendía, mostrar debilidad después del fracaso parlamentario de la ley de Bases y de las críticas constantes a su endeble estructura política y partidaria.

Para eso, ideó junto a su mesa un discurso efectivo para el prime-time televisivo, plagado de anuncios rimbombantes, de proyectos de indudable aceptación popular -al menos para su electorado-, como la eliminación de las jubilaciones de privilegio para funcionarios de alto nivel, la restricción a la reelección indefinida de los sindicalistas, la prohibición para políticos y familiares a la utilización de aviones privados y la imposibilidad de presentarse para cargos electivos a dirigentes condenados por segunda instancia judicial, entre otras iniciativas.

Para terminar el discurso con la invitación a Córdoba, el 25 de mayo, a la firma del pacto homónimo, una convocatoria inteligentísima, con final incierto, con la que Milei busca sacarle jugo a la dispersión del sistema político y la falta de liderazgos para sumar voluntades al programa de gobierno libertario.

Es que, con o sin acuerdos -así lo aclaró en su discurso-, Milei pretende seguir adelante con la implementación, vía Luis “Toto” Caputo, del audaz plan económico que él mismo definió en el discurso inaugural de sesiones como “un ajuste del gasto público brutal y rápido”, que una porción considerable del electorado aún apoya, condicionada, según el propio gobierno, a una baja considerable de la inflación para los próximos meses.

No fue casual, en ese sentido, que Milei haya aprovechado la sesión del viernes para apuntar por primera vez con nombre y apellido, en un discurso público, contra Máximo Kirchner, Sergio Massa, Pablo Moyano y Juan Grabois, a los que llamó “jinetes del fracaso” antes de mencionar también a Cristina Kirchner. Nunca, desde que asumió, lo había hecho con tanta contundencia. En la semana, el Presidente ya se había regodeado con las derivaciones del escándalo en torno a los brokers de seguros vinculados con la anterior gestión, una investigación por la que Alberto Fernández fue imputado en las últimas horas.

La puesta en escena televisiva del 1 de marzo fue quirúrgica hasta en los más mínimos detalles: por ejemplo, en ese tramo del discurso presidencial. Cuando Milei se refirió a los “jinetes del fracaso”, la transmisión enfocó a un sonriente Daniel Scioli, que rompió definitivamente lazos con ese sector del peronismo cuando aceptó continuar en el gobierno de La Libertad Avanza.

Esta semana, en altos despachos oficiales, volvieron a trascender versiones de eventuales movimientos internos que podrían alterar aún más esas relaciones. A los cambios en AySA podrían sumarse modificaciones en el organigrama de Migraciones que dirige Sebastián Seoane, un histórico funcionario del organismo que tiene diálogo fluido con el massismo. Se menciona a Mariano Goyenechea, su segundo en el organismo, que fue hace años secretario de Scioli. El enroque, según confiaron, está bajo análisis. Seoane estuvo en estos días en el Ministerio del Interior. Cerca de Francos explicaron que el funcionario se fue tranquilo.

Milei confrontó con la política en general, pero eligió al kirchnerismo, y evitó, por el contrario, críticas dirigidas a la dirigencia del PRO o a los bloques aliados tras los duros cuestionamientos que cruzó en la semana previa con Ignacio Torres, el gobernador de Chubut, por la coparticipación. “Era hora que deje de poner en la misma bolsa a dialoguistas y kirchneristas”, analizó este sábado un gobernador macrista. Es lo que reclamaban, por caso, desde el bloque liderado por Miguel Ángel Pichetto, que aguardaba fastidiado por una relación más normal con el Ejecutivo: el ex senador rescató el “comportamiento ejemplar” del mandatario en la inauguración de sesiones. Hace rato que hay coqueteos subterráneos entre el el diputado y la Casa Rosada.

Solo hubo menciones al ex gobernador de Jujuy, aunque el presidente tuvo la deferencia de no mencionarlo con nombre y apellido. Milei arrastra un encono personal con él. Sí aludió -lo hizo dos veces-, “al silencio de aquellos que se dicen republicanos”, sin que hiciera falta aclarar que se refería a la UCR. Pero tampoco hizo menciones propias. Milei tiene aversión por el radicalismo.

El mandatario intentó así abrir un nuevo capítulo con el Parlamento, al menos desde lo simbólico. Para intentar, otra vez, conseguir la mayor cantidad de adhesiones legislativas a sus reformas: el gobernador Martín Llaryora, que había tenido fuertes cruces con la Casa Rosada, saludó la iniciativa. También la diputada Alejandra Vigo. Lo mismo Maximiliano Pullaro, que se había enfrentado al gobierno por la Ley Ómnibus, y Torres, que judicializó el recorte de la coparticipación que le propinó el gobierno.

Hasta ahora, la falta de un liderazgo nítido en la oposición y en los bloques aliados, y las divisiones internas, le sirvieron a Milei para enarbolarse en un discurso anti-casta que es muy bien recepcionado por su electorado. La caída de la Ley Ómnibus contribuyó a ese relato, a pesar de que lo privó de una serie de herramientas con las que intentaba avanzar con su programa de gobierno. “Milei tiene una habilidad: él pelea contra todos y nadie se junta para pelear contra él, están todos divididos”, opinó un reconocido consultor, muy escuchado en el círculo rojo.


En ese contexto, el Presidente ensayó la ambiciosa invitación de este viernes. Le tiró la pelota a los gobernadores, dijo que la convocatoria no lo entusiasmaba y que no tenía mayores esperanzas, pero que la lanzaba de todas formas, para que lo convenzan de lo contrario, porque prefería evitar “la confrontación”. Si el Pacto de Mayo resulta exitoso, Milei podrá capitalizar la iniciativa. De naufragar, el mandatario se las ingeniará entonces para atribuir ese fracaso a “la casta”.

“Es impracticable, pero de una audacia del que nada tiene que perder porque ya ganó: aunque fracase como gobernante, ya ganó como líder”, opinó a Infobae un importantísimo dirigente del peronismo que dialoga con todos los sectores. Y apuntó, desafiante: “No te olvides que Alberto en abril del 2020 era el salvador de la vida de los argentinos”.

“Hemos tomado estas medidas sin apoyo de la política, salvo honrosas excepciones. No negociamos el cambio, vamos a seguir acelerando. Si eligen la confrontación, se encontrarán con un animal distinto. Si lo que buscan es el conflicto, conflicto tendrán”, advirtió Milei antes de invitar al pacto cordobés.

Más allá de la convocatoria, el Presidente se siente cómodo con la confrontación. “No nos molesta gobernador con nuestra minoría intensa”, reflejó un asesor presidencial. El viernes por la noche, después de que Milei abandonara el Congreso, un diputado camporista que siguió desde el recinto la puesta en escena oficial y padeció el entusiasmo de las tribunas libertarias, reflexionó: “Un discurso muy bueno para su núcleo, son todos fanáticos como nosotros”.

Milei es consciente de ese fanatismo. Lo riega a diario con comentarios riesgosos y anuncios pomposos como el cierre del INADI o la venta de autos oficiales, y el paquete de proyectos que detalló el viernes por la noche, además de la invitación al 25 de mayo. “Tenemos que darle de comer al león”, sintetizó un funcionario presidencial. Una cooperación incesante a la “irascibilidad social” a la que se refirió en las redes Mora Jozami, que monitorea el humor social para el PRO. Según publicó la especialista, un 32,9% de la sociedad está “dispuesta a asistir a marchas en defensa de la gestión de Milei aunque implique defender políticas de ajuste”, mientras que una porción similar, un 31,3% es proclive a lo contrario, es decir a marchar “contra la gestión de Milei aunque implique el riesgo de un enfrentamiento social”.

En ese plano, el cambio en la táctica de Milei se da en el comienzo de los meses más cruciales de su gestión: el presidente reconoció el viernes la dureza del camino que se avecina. Pidió paciencia y confianza, aludió a la “licuación” de los ingresos de los sectores medios y de las jubilaciones pero aseveró en que el ajuste fue mucho más severo en la “motosierra para la política”. Lo retrucó, en pleno recinto, el diputado Martín Tetaz: “El 90% del superávit fiscal de enero se explica por el derrumbe de las jubilaciones, los salarios y las transferencias reales, hasta ahora es 90% licuadora y 10% motosierra”.

Según Fernando Morra, ex viceministro de Martín Guzmán, actual director de macroeconomía de Suramericana Visión, “el principal factor de ahorro es la caída del gasto en jubilaciones, que van camino a perder más de un tercio de su poder de compra”. “En segundo lugar vienen las transferencias por subisidios, donde se duplicó el boleto del colectivos y trenes y vamos camino al mismo resultado en las tarifas de electricidad de marzo, con un impacto mucho mayor en las PyMEs, donde la factura se multiplicaría por tres. En tercer lugar están las transferencias a provincias, que repercutirá directamente en las funciones que tienen delegadas (educación inicial primaria y secundaria, salud y seguridad)”, agregó el ex funcionario.

En enero se avanzó, además, con una licuación de los salarios del Estado y un recorte en el presupuesto universitario, mientras que la quita en prestaciones sociales -jubilaciones y asignaciones familiares- fueron del 38% y del 17%, respectivamente, según información oficial. Los recortes en subsidios y obra pública significaron, en tanto, un 35% del ajuste. En paralelo, según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), “el descenso de los recursos de origen nacional fue del 20,2% en términos reales”.

Para marzo, en ese escenario, se prevén aumentos en el transporte, en las prepagas, en las tarifas de los servicios públicos de energía, en combustibles, en los colegios privados y en expensas. Una prueba de fuego para el fanatismo libertario y el electorado que se inclinó por Milei en el balotaje de noviembre. En el peronismo K, los pronósticos sobre la suerte del gobierno son muy pesimistas.

En ese sentido, la Casa Rosada aspira a un índice inflacionario en torno al 14% para este mes, y del 12% para marzo. “20-14-12″ es la fórmula oficial de aumentos de la canasta básica para enero, febrero y marzo. Es la pauta que fijó el gobierno como tope paritario.

*Para Infobae

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